domingo, 23 de octubre de 2011

Les Luthiers: "Perdónala"

Unos minutos de talento argentino, en estado puro:

sábado, 22 de octubre de 2011

Hotel Madrid

El pasado día 15 de octubre (15-O) tuvo lugar, en Madrid y en muchas otras ciudades del mundo, una manifestación inspirada por el movimiento “Occupy Wall Street” de Nueva York… movimiento que, a su vez, ha encontrado su inspiración en el movimiento 15-M de Madrid.

Ese día, algunos participantes en la manifestación de Madrid okuparon (nota para los lectores extranjeros: dícese okupar, con k, al acto de acceder pacíficamente, pero sin consentimiento de su propietario, al interior de un inmueble abandonado) el edificio del antiguo Hotel Madrid, que se encuentra actualmente cerrado por (según he leído) quiebra de la empresa que lo explotaba. La empresa, que se habrá ido a pique pero no está muerta) ha denunciado la okupación ante los tribunales, desconociendo este cronista el estado de tramitación del asunto… probablemente se encuentre tan empantanado como cualquier otro.


Hace tres días, la casualidad me llevó a pasar frente a la misma puerta del Hotel Madrid. Al verla abierta, tuve el impulso inmediato de entrar, pero no me atreví a hacerlo porque iba de traje y pensé que los okupas me catalogarían como elemento sospechoso, y tendría que dar muchas explicaciones sobre mi presencia allí (cuando, en realidad, ¡no había ninguna!)… pero la idea me quedó rondando la cabeza.

Ayer viernes decidí volver al lugar del crimen, vestido de forma más adecuada, y entrar.

Por lo general, los okupas no son gente violenta, por lo que no me parecía que hubiera ningún riesgo en el asunto; tan solo, que mi estancia en el hotel coincidiera con el momento en que la policía decidiera ejecutar por sorpresa una eventual orden judicial de desalojo, que se montara allí un buen zipizape, y que acabara con mis huesos en comisaría, en calidad de okupa, acusado de un delito de usurpación, de daños, de atentado contra la autoridad, o vaya usted a saber. Estaría bueno, jeje. Pero me parecía un riesgo muy remoto.

Daba también por supuesto que nadie me impediría entrar –sería bastante incoherente que un okupa prohibiera la entrada de, ejem, ¡otro!-, aunque contaba con que me pedirían dinero en la puerta como “contribución solidaria”, “participación en la causa”, u otro concepto semejante.

Comenté mis planes con una amiga particularmente irreflexiva que tengo, y se unió a la aventura sin dudarlo un instante.

Total, que allí nos plantamos ayer por la tarde. Fue todo como la seda. Entramos al hotel como Pedro por su casa, pasamos con decisión y sin detenernos frente a un chico joven situado en la recepción con aparente encargo de controlar la entrada, y tiramos escaleras arriba –los ascensores no funcionan, ¡sólo faltaría!- hasta la terraza del hotel, sin que nadie nos detuviera. Estuvimos unos minutos allí arriba disfrutando de unas insólitas vistas del centro de Madrid, y luego fuimos bajando recorriendo las cuatro o cinco plantas del hotel.

Es un edificio alargado, pero muy estrecho. En su zona central se ubican dos ascensores (de los antiguos) paralelos, separados tres metros el uno del otro, y la escalera. La escalera es muy curiosa: comienza en el descansillo de cada piso con un tramo recto entre los ascensores, y se divide seguidamente, a derecha e izquierda, para rodear cada uno de los ascensores en sendos tramos circulares que desembocan por separado en el piso superior. La escalera es muy vertical, demasiado, y sus peldaños excesivamente estrechos… claramente, ese modelo de escalera requería un mayor espacio libre, fue un quiero y no puedo. Se encuentra tapizada con una elegante moqueta roja, bien conservada (por el momento).

Las habitaciones, pequeñas, se encuentran también limpias y bien conservadas. Y con su típica moqueta de hotel. Tan solo carecen de mobiliario. Leí en prensa que los okupas del hotel querían destinarlas a servir de alojamiento a familias que hayan sido desahuciadas. El problema para eso no van a ser las habitaciones, sino que el hotel no tiene suministro de agua y electricidad (algún mínimo suministro parece que han conseguido los okupantes enganchando en algún lugar, pero no creo que en la cantidad o intensidad suficiente como para desarrollar una vida normal).

En la primera planta hay una gran sala –el antiguo comedor, seguro- donde pasan el tiempo la mayor parte de los actuales huéspedes del hotel (que serán unos 30 ó 40 en total). Están allí sentados en círculo, conversando y fumando (me chocó oler a tabaco en un espacio cerrado, me pareció una vuelta al pasado y no hace tanto tiempo que era algo absolutamente normal). Había por allí un niño de unos seis años, de pelo largo y rubio, a quien sus padres estaban haciendo partícipe de sus actividades, como debe ser.

No llegamos a hablar con nadie, pero la gente parecía agradable y el ambiente era bueno. Me parecieron personas algo mayores y más experimentadas que las personas que vi el primer día que fui a la Puerta del Sol con ocasión de la famosa acampada.

Eso sí, habían caído en el inevitable normativismo que fuera del hotel probablemente rechacen. Había carteles por todas partes con normas de convivencia (no ensuciar, no causar daños, no tirar colillas al suelo…), e incluso un “bando” con instrucciones más detalladas para el uso de las instalaciones.

En fin, esto es lo que vi. No hice fotos en el interior porque una de las instrucciones es precisamente esa, la de no hacer fotos para no comprometer la seguridad (jurídica, se entiende) de quienes paran por allí. Sólo hice una foto desde la terraza del hotel hacia el exterior, a los viejos tejados del centro de Madrid.


Y en esto consiste el Hotel Madrid y su okupación. Al menos, por ahora.

domingo, 16 de octubre de 2011

Una vuelta por el centro

Escenas de esta misma tarde, en el centro de Madrid. Había gente paseando por todas partes -diría que aprovechando el tiempo tan bueno que tenemos para esta época del año, y el hecho de que últimamente abran muchos comercios también los domingos-, y sobre todo música, mucha música.








sábado, 8 de octubre de 2011

La realidad física de los premios Nobel

Durante estos últimos días se viene publicando en prensa la identidad de las personas que han sido galardonadas este año con el premio Nobel. Los premios Nobel originales son cinco: física, química, fisiología/medicina, literatura y el premio de la paz. Posteriormente, se añadió el premio Nobel de economía.

Los premios se conceden y entregan en Estocolmo, salvo el premio Nobel de la paz, que se concede y entrega en Oslo. Aunque la entrega de los premios Nobel es, sin duda, el evento de mayor resonancia mundial que se celebra en Estocolmo, la ciudad apenas aprovecha esta circunstancia desde el punto de vista turístico. Seguro que uno podrá encontrar, en el magnífico centro de información turística que existe en Estocolmo (frente a la principal estación de tren), un folleto con información completa sobre todos los puntos de la ciudad relacionados con el acontecimiento, junto con el plano correspondiente y un recorrido aconsejado para la visita de todos ellos. Pero si no buscas expresamente la información, no la encuentras, no te llega a través de carteles, anuncios, etc…

Nosotros nos fuimos encontrando con algunos de esos lugares, y aquí los traigo.

Esta es la Academia Sueca, la entidad que otorga el premio Nobel de Literatura (exclusivamente):


El hotel más famoso y clásico de Estocolmo es el de la foto que sigue. No es que es tenga una relación directa con los premios, pero seguro que algún premiado, y mucho capitoste, se alojará allí los días de la ceremonia:


La entrega de los premios Nobel tiene lugar en un edificio llamado “Konserthus” (“casa de conciertos”, debe significar literalmente), o simplemente “la casa azul”. Nada indica en el exterior del edificio que se trate de un lugar tan significado. Parece el típico teatro de la ópera, o sala de conciertos, de una ciudad de tamaño mediano. La entrada y el salón de distribución interior son espacios muy sobrios, sin apenas adornos. Había allí una pequeña exposición temporal, dedicada a un cantante de ópera sueco. No pudimos acceder al escenario, que es el lugar donde entregan los premios (la alfombra azul con la gran letra N, que se ve en la tele..).


Como puede verse en la foto de arriba, el teatro se encuentra en una plaza en la que se instala un mercado de frutas y verduras. En los puestos se vendían especialmente frutos del bosque (arándanos, moras, frambuesas, grosellas, y los “lingon” que tanto usan en sus comidas), y setas (especialmente la seta que aquí llamamos rebozuelo –los estantes de color amarillo-).

Después de la entrega, se celebra una cena de gala en el Ayuntamiento, que es este otro edificio:



Se trata de una construcción moderna (de los años 20 del siglo pasado), de ladrillo, que imita en su interior diferentes estilos arquitectónicos del pasado (renacimiento italiano, gótico, popular escandinavo, bizantino, y hasta algo de nazarí granadino…). Un eclecticismo desaforado que dejó el edificio anticuado nada más ser terminado.

En la planta baja existe un espacio muy grande, originalmente concebido por el arquitecto como un patio interior al aire libre, desde el que se accede a la planta superior mediante una gran escalera, a modo de un palacio veneciano. Un patio sin tejado, ¡en Escandinavia!…. Antes de que el edificio estuviese concluido, la propiedad –el Ayuntamiento- ordenó al arquitecto que se dejase de tonterías y pusiera un techo como es debido, por lo que ese patio en ciernes quedó convertido en una gran sala. Pues bien, es en esta sala donde actualmente se celebra la cena de gala posterior a la entrega de los premios. Aquí van algunas fotos:





(Una nota práctica: el tour del Ayuntamiento se puede realizar en varios idiomas. Los tickets para subir a la torre –vale la pena subir, hay grandes vistas- se compran aparte, en la propia torre, y se agotan a primera hora de la mañana. Si quiere uno hacer la visita completa el mismo día, conviene llegar pronto, comprar primero los tickets de la torre, y luego, en función de la hora obtenida para la subida, adquirir los tickets para la visita del interior del Ayuntamiento en un horario compatible).

Y tengo más. Durante nuestra vuelta por el interior de Suecia, en un trayecto entre Örebro y Karlstad, pasamos cerca de una pequeña ciudad llamada Karlskoga (situada a unos 250 km al oeste de Estocolmo), y como se anunciaba que estaba allí la casa de Alfred Nobel, nos metimos a curiosear.

Se visita un pequeño complejo de edificios (que en origen debió ser una granja, con casa de habitación, establo, y algunos cobertizos auxiliares), que fue la residencia de Nobel los dos últimos años de su vida (1894-1896).

En Karlskoga tenía su sede una empresa de armamento sueca, la Bofors. Nobel la compró, se fue a vivir cerca de la fábrica, y se dedicó a desarrollar cañones (para quien no lo sepa, el invento más conocido de Nobel es la dinamita).

Estas son las fotos del lugar. Quien lea los carteles, encontrará en ellos una pequeña curiosidad histórica.






jueves, 6 de octubre de 2011

Steve Jobs en la Universidad de Stanford

Esta entrada es hoy la menos original de todas las posibles, pero también la mejor.

sábado, 1 de octubre de 2011

Jose te está llamando..

Esta es una historieta semejante a otra ya vivida, y aquí contada.

Caminaba ayer por la calle pensando en mis cosas (probablemente insustanciales), cuando llego a la siguiente escena: una señora, que lleva un perro de la correa, se ha parado frente a un portal, y está allí de charleta con el portero del edificio (modernamente, conserje, o empleado de finca urbana). El perro, un golden retriever bastante mayorcito, descansa tumbado en el suelo, observando a los charlatanes con cara de aburrimiento.

Coincidiendo con mi paso por el lugar, la señora da por terminada la conversación, se despide del portero, y pega unos tirones a la correa –demasiado bruscos, en mi opinión- para que su pobre perro se levante y se ponga en marcha.

En ese momento, se escuchan unos ladridos de perro grande procedentes de arriba, de algún balcón.

Y entonces, la señora, dirigiéndose a su perro y como dándole ánimos para levantarse, le dice lo siguiente: “¡Mira!,¡mira!, Jose te está llamando”

“Jose”, con acento en la “o”, humanizando todavía más el nombre…

¿Jose?