Hoy traigo unas pocas fotos del crucero que hicimos en agosto pasado por el Mar Egeo.. ¡qué buenos recuerdos! De paso, daré alguna información práctica sobre los lugares visitados, por si le pudiera resultar de utilidad a alguien que estuviera tramando un viaje parecido.
Aquí está la primera foto, todavía en el aeropuerto de Barajas. Entre los vuelos del día, ¡ahí aparecía el nuestro! Destino: Heraklion, en la isla de Creta.
El caso es que Heraklion no la visitamos. Por lo general, uno comienza y termina el crucero en una misma ciudad, y mi escasa experiencia como crucerista (es el segundo que he hecho en mi vida) me enseña que no está prevista la visita a esa ciudad donde uno embarca. Pero Creta es muy bonita. Tuve la oportunidad de visitarla durante unos días cuando tenía diez años, y puedo asegurar que es una isla idónea para perderse en ella durante una o dos semanas con un coche de alquiler.
La foto que tengo de Heraklion es la del barco, que nos allí nos esperaba:
La mecánica de los cruceros suele ser la siguiente: zarpan al atardecer, navegan durante la noche, y llegan a primera hora de la mañana al puerto siguiente. Durante todo el día esperan atracados en puerto mientras los pasajeros visitan la ciudad de destino o sus alrededores, bien por su cuenta o bien en excursiones organizadas que te venden en el propio barco. Al final del día regresas al barco a cenar, y vuelta a empezar.
Nuestro primer destino fue la isla de Mykonos. La capital es muy bonita, es el típico pueblo griego de casas encaladas. Fuimos también a visitar una playa, pero no me gustó demasiado porque estaba ocupada por hamacas en su integridad. Tiene fama de ser un destino para gays, pero no me pareció que fuera tan exagerada la cosa.


La siguiente parada fue en la isla de Santorini. La visita a esta isla (conjunto de islas, más bien) resulta absolutamente inexcusable. Se trata de una gigantesca caldera volcánica que fue ocupada por el mar, tras salir expulsada por los aires la materia sólida que la llenaba con ocasión de una terrible erupción ocurrida hace unos 3.500 años, a la cual siguió un maremoto que ocasionó una hecatombe en el Mediterráneo oriental. Los pueblos más significados de la isla se ubican sobre el borde mismo de la caldera, asomados al mar que brilla cientos de metros más abajo. La vista desde el mar de estos pueblos encaramados las rocas es una de las más hermosas de las que he podido disfrutar nunca.
Al atardecer partimos hacia Izmir, o Esmirna, en Turquía. La patria de Homero, o al menos una de las que se le atribuyen. De camino se produjo una situación curiosa. Mientras el sol se ponía por un lado del barco, la luna llena se levantaba por el otro..
En Esmirna hay que elegir entre visitar la propia ciudad, visitar las ruinas de Éfeso, o visitar las ruinas de Pérgamo. Por desgracia, sólo se puede hacer una cosa. Nosotros elegimos Éfeso. He aquí unas fotos:
La siguiente parada fue en la isla de Samos. Allí alquilamos un coche y nos dimos una vuelta por nuestra cuenta. Aprovechamos el coche para visitar el pueblo de Pitagorion, lugar de nacimiento de Pitágoras.
Nuestro coche y los lugares a los que nos llevó:
A continuación, el monumento a Pitágoras, la playa donde se bañaba de niño, y la montaña -situada en Turquía- que conforma allí el paisaje. La visión continuada de la cumbre sensiblemente triangular de esta montaña es lo que llevó a Pitágoras a formular su famoso teorema (esta teoría es de cosecha propia, quien tenga alguna mejor ¡que la exponga y la defienda!)
Y esto es Samos, la capital de la isla del mismo nombre. La foto no está tomada desde un avión, no, sino desde la cubierta del barco.. ¡nótese la altura!
La siguiente escala fue en la isla de Cos, patria de Hipócrates. El árbol que se puede ver a la izquierda, en la primera foto de las que siguen, se dice que fue plantado por el propio Hipócrates. En las fotos que vienen luego puede apreciarse el aspecto algo turco de la isla. No en balde, estas islas del Dodecaneso, pese a pertenecer a Grecia, se encuentran a muy pocos kilómetros de Turquía.
Finalmente, llegamos a la isla de Rodas. En esta isla sólo visitamos la capital, la ciudad también llamada Rodas. No había tiempo para más, pues se trata de una ciudad espectacular y con mucho que ver. Me queda pendiente volver algún día para dedicar unos cuantos días a visitar el interior, que también promete..
La actual ciudad antigua de Rodas fue construida entre los siglos XIV y XV por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, quienes llegaron a la isla tras ser expulsados de Tierra Santa por los musulmanes (a donde habían llegado con ocasión de las Cruzadas). En el s. XVI, los turcos de Solimán el Magnífico conquistaron Rodas y echaron de allí a los Caballeros, que terminaron recalando en la isla de Malta, adoptando finalmente el nombre de ésta para su Orden.
Vienen ahora algunas fotos de la ciudad. En la penúltima de ellas podemos ver la entrada al puerto antiguo. En el punto donde se encuentran las pequeñas columnas que aparecen en esa foto, se apoyaban en su día -según la leyenda- los pies del Coloso de Rodas. Los barcos que entraban y salían del puerto debían navegar bajo esa estatua gigantesca. Al parecer, es cierto que esa gran estatua existió en el puerto o sus alrededores, pero no que estuviera situada de esa forma.
Y en fin, esto es todo. Al día siguiente por la mañana estábamos en Heraklion, y por la noche ya de vuelta en Madrid. Todo pasó muy rápido. Una conclusión rápida del viaje es que las islas griegas son muy distintas entre sí. La típica imagen de casas blancas y tejados azules, que tanto se asocia con Grecia, se hace realidad en algunas de las islas que visitamos (Mykonos o Santorini), pero otras islas son un mundo de piedra (Rodas o Cos). Quién sabe cuántos tipos más de islas puede haber. Debería ir a comprobarlo :-)