Mostrando entradas con la etiqueta Estambul. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Estambul. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de junio de 2010

Estambul. La Torre de Gálata

Uno de los monumentos que podemos visitar en Estambul es la Torre de Gálata, construida por los genoveses en el año 1348.


En su parte superior, la torre cuenta con una estrecha plataforma que la rodea por todo su perímetro. Una vuelta completa a la plataforma permite contemplar toda la ciudad, y comprender perfectamente su especial situación geográfica.

Vamos a darle una vueltica en el sentido de las agujas del reloj, comenzando por la vista hacia el Norte.

En esta primera foto vemos, en primer plano, la típica imagen para la cual las guías o libros de viaje utilizan siempre la expresión “caserío abigarrado”… el del viejo Estambul, en este caso; al fondo se ven unos rascacielos que deben pertenecer a un Estambul moderno que no llegamos a visitar.


Giramos ahora un poco hacia la derecha, para mirar hacia el Noreste. Vemos ya el Bósforo (el estrecho que separa Europa de Asia), que discurre en una dirección aproximada Norte-Sur. Muy al fondo se aprecian las torres del puente que une ambos continentes, un puente de autopista. A la derecha se ven los barrios asiáticos de Estambul, y los numerosos transbordadores que comunican las orillas del Bósforo. Atención también a la escuálida barandilla de protección de la torre, que hace la visita no apta para gente con vértigo.


Miramos ahora hacia el Este. Enfrente se encuentra Asia. Desde el fondo a la izquierda, hasta el fondo a la derecha, cruza el Bósforo. En el primer plano de la derecha aparece la desembocadura del Cuerno de Oro, una ensenada que divide en dos la parte europea de la ciudad.


Seguimos hacia el Sureste. En primer plano, el Cuerno de Oro. Detrás tenemos la zona más antigua de Estambul, con varios de sus monumentos más conocidos a la vista: de izquierda a derecha, el Palacio de Topkapi, la Basílica de Santa Sofía, y la Mezquita Azul. Al fondo del todo se puede ver el Mar de Mármara. Abajo a la derecha se ve un pequeño trozo del Puente de Gálata, verdadero corazón de la ciudad que, atravesando el Cuerno de Oro, comunica los barrios europeos de Estambul.


Llegamos a la vista Sur. Una vista más amplia y otra más cercana del Puente de Gálata.



Ahora miramos al Suroeste, al tramo del Cuerno de Oro que se encuentra entre el Puente de Gálata y el de Ataturk. Podéis ver el tremendo bullicio de gente y transbordadores que se organiza en la orilla de enfrente. A la derecha de la foto aparece la Mezquita de Suleyman o Solimán el Magnífico (donde se encuentra enterrado).


Hacia el Oeste se extiende toda la parte europea de la ciudad. La foto es demasiado general y no se aprecian muchos detalles, pero por esa zona hay algunas antiguas basílicas bizantinas, muy pequeñas pero repletas de mosaicos dorados en su interior (tengo pendiente dedicarles una entrada).


Terminamos con la vista Noroeste. Al fondo del todo se puede ver el barrio de Eyüp, donde hay un gran cementerio y unas magníficas vistas de la ciudad. Poco más puedo decir porque no nos dio tiempo a visitarlo, otra vez será.


Y aquí finaliza una vuelta completa a la Torre de Gálata, espero que os haya gustado. Buena semana a todos.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Estambul. Santa Sofía


El monumento que más me gustó en Estambul fue, sin duda, la Basílica de Santa Sofía. Aquí arriba podéis ver el mosaico que decora el pórtico de entrada.

El edificio se construyó entre los años 532 y 537 de nuestra era. De los insólitos acontecimientos que dieron lugar a su construcción hablaba en esta entrada.

La basílica se usó como iglesia (ortodoxa griega) hasta que los turcos ocuparon la ciudad en 1453. A partir de entonces se pasó a utilizar como mezquita hasta el año 1935, fecha en la que fue convertida en Museo. Durante su época de mezquita, se construyeron los cuatro minaretes que la rodean.

Es un edificio que sorprende, en primer lugar, por su descomunal tamaño, teniendo en cuenta que fue construida en el siglo sexto.

En España podemos encontrar catedrales góticas muy grandes, pero se construyeron siete u ocho siglos después. En la época en que se edificó la Basílica de Santa Sofía, se encontraban los visigodos en España levantando las típicas iglesias románicas, encantadoras pero diminutas, como ésta de la foto (San Juan de Baños, del año 661):


Desde el exterior Santa Sofía no parece tan grande, por su forma pesada y achaparrada. Sólo los minaretes le dan un aspecto más esbelto:


Pero en el interior la cosa cambia. No pude hacer ninguna foto completa del recinto porque no había forma de abarcarlo en una sola imagen, ni siquiera con el objetivo a 18mm.

A continuación, una foto de la cúpula principal tomada desde la planta baja (efectivamente, había allí plantado un andamio para obras de conservación), y otra tomada desde la planta superior (en la cual se puede apreciar la enormidad del lugar, por comparación con el tamaño de los humanos -cuya altura no será mucho menor que el pórtico de la iglesia de San Juan de Baños-):



Seguidamente, algunos detalles que me llamaron la atención en el interior. La luz penetrando en la basílica:



Los mosaicos originales, bastante bien conservados:



Y, finalmente, una gatita que por allí andaba, observando estupefacta el trajín de los humanos:



domingo, 8 de noviembre de 2009

Orhan Pamuk: "Estambul. Ciudad y recuerdos"



Hace ya varios meses me leí “Estambul”, de Orhan Pamuk. Quise comentar el libro entonces, como complemento a las entradas que he puesto (y seguiré poniendo) con fotos de esa misma ciudad, pero lo fui dejando… dejando… y ahora ya he olvidado gran parte de su contenido. Escribiré al menos las ideas esenciales que me dejó el libro, antes de que también éstas se me olviden.

No me pareció un libro que te pueda enganchar por si mismo si no te interesa particularmente la ciudad de Estambul. Por lo tanto, no se lo recomiendo a quien se encuentre en ese caso.

En cambio, si has estado en Estambul, o si planeas visitarla, resulta una lectura tremendamente aconsejable, pues te ayuda a entender la ciudad mucho mejor.

Y es que la descripción que se hace de la ciudad en el libro no coincide con lo que ven tus ojos de turista.

Como quiera que no puedes negar la pertinencia de la descripción que un estambulita como Pamuk realiza de la ciudad que ha habitado durante años, pero tampoco puedes obviar lo que ven tus ojos aunque sea en sólo cuatro días, constatas el peso del tiempo en la percepción de una realidad… el resultado tan distinto que producen la visión diacrónica de Pamuk, y la visión sincrónica del turista. Porque Pamuk ve el tiempo, y el turista no.

¿Qué ve el turista? Una ciudad luminosa, llena de colorido en sus tiendas y mercados, rodeada por el azul del cielo y el azul de ese mar tan visible desde muchos puntos de la ciudad.

Pamuk, en cambio, siente que Estambul es una ciudad blanca y negra. No recuerdo exactamente por qué motivo la ve así, pero sí que era una sensación adquirida en la infancia y nunca perdida.

¿Qué ambiente percibe el turista en la ciudad? Alboroto, prisas, estrés… pero también un punto de alegría.

Pamuk, por el contrario, nos dice que la palabra que mejor define a Estambul es “amargura”. Y lo dice porque ha sido testigo de cómo, a lo largo del tiempo, la ciudad iba perdiendo rasgos que él estimaba esenciales en ella, imprescindibles.. como, por ejemplo, los antiguos edificios de madera, quemados y sustituidos por construcciones de hormigón de pésima calidad y peor estética.

El turista ve lo que hay (lo que queda), y le gusta. Pamuk piensa en lo que había, y se le cae el alma a los pies.

En cuanto relato del sentimiento de pérdida de una ciudad (o de un país), de lo que algo pudo ser y no ha sido, el contenido del libro sí resulta extrapolable más allá de Estambul, a otras tristes realidades.

sábado, 24 de octubre de 2009

Estambul. La Mezquita Azul

El centro del Estambul antiguo se encuentra en una zona llamada Sultanahmet. Se trata de un enorme espacio abierto, donde, junto a los escasos restos del hipódromo romano, se encuentran dos de los monumentos más representativos de la ciudad: la Basílica de Santa Sofía, y la Mezquita Azul.

El hipódromo fue construido en el año 208 por el emperador Septimio Severo. Actualmente la edificación ha desaparecido y se ha transformado en un tranquilo parque, en cuyo interior subsisten las dos columnas que se situaban en ambos extremos del recorrido, marcando el punto que debían rodear los caballos en cada giro (en términos geométricos, y suponiendo que un hipódromo fuese una elipse: en los focos). Una de las columnas es un obelisco traído de Egipto en el año 390 por el emperador Teodosio (personaje que, por cierto, había nacido en Hispania). La otra columna es posterior, del siglo X.

Aquí tenéis una foto del lugar (ésta la he tomado de la wikipedia, pues no había hecho yo ninguna donde se viesen tan bien las columnas de las que hablo; el obelisco egipcio, al fondo):


Con motivo de las competiciones en el hipódromo se formaron varios equipos, que se identificaban por colores. A falta de otros mecanismos de asociación civil en la época, estos equipos terminaron asumiendo posiciones propias en cuestiones religiosas, políticas, sociales, etc.

Los dos equipos principales de la ciudad eran los “Azules” y los “Verdes”. Entre sus aficionados se producían frecuentes peleas, que podían comenzar por una intrascendente discusión surgida en el hipódromo sobre la maniobra de una cuádriga, pero que se alimentaban rápidamente por las discrepancias más sustanciales que existían entre ambos equipos/partidos. Una de estas peleas se transformó en una revuelta general (la revuelta de Niká) que terminó provocando 30.000 muertos. Una buena ensalada de bofetadas.

En esta revuelta de Niká, que tuvo lugar en el año 532, quedó destruida la Iglesia de Santa Sofía que había junto al hipódromo. El emperador Justiniano la mandó reconstruir, siendo entonces y por esta razón cuando fue construida la actual Basílica de Santa Sofía (terminada en el año 537).

De modo que allí, en el barrio de Sultanahmet, encontramos también la Basílica de Santa Sofía. Pero de ella hablaré otro día más despacio, sólo adelanto que fue el monumento que más me gustó de Estambul.

Cuando los turcos ocuparon la ciudad (1453), cambiaron su anterior nombre de Constantinopla por el actual de Estambul. Algún tiempo después de su llegada (1609), los turcos se propusieron construir una mezquita que rivalizase con la Basílica de Santa Sofía (en ésta se había sustituido el culto cristiano ortodoxo por el musulmán, pero no podía dejar de ser un edificio bizantino, que les resultaba, por tanto, ajeno).

Y así construyeron la Mezquita Azul, a pocos metros de Santa Sofía, junto a los restos del antiguo hipódromo. La obra se terminó en 1617. En la escala temporal de Estambul puede considerarse un edificio reciente, pues tiene mil años menos que su vecina de plaza, Santa Sofía.

Aquí vienen unas fotos del exterior. Se caracteriza esta mezquita por tener seis minaretes, en lugar de los cuatro habituales. La enorme altura de estas torres, y el vuelo pausado de las gaviotas del Bósforo a su alrededor, crean una imagen espectacular.



En su interior, las mezquitas se encuentran ricamente decoradas. El suelo está cubierto de grandes y lujosas alfombras, sobre las que se sientan (o tienden) los fieles para rezar. No hay bancos, mobiliario, ni imágenes de ninguna clase; una mezquita es, básicamente, un espacio diáfano, vacío y cómodo, donde sentarse a rezar.

Estas son unas fotos del interior de la Mezquita Azul:

La visita a las mezquitas por parte de los turistas es libre y gratuita. Todos los visitantes deben descalzarse, y las mujeres además cubrirse la cabeza. Lo primero se entiende, pues caminar con los zapatos manchados de la calle por la alfombra sobre la que se sienta la gente, sería una cochinada; lo segundo tiene menos explicación… al menos yo no termino de comprender qué demonios tienen las religiones contra el pelo de las mujeres (¿es que tienen más caspa que los hombres?).

Cinco veces al día (creo que eran cinco, pero ahora lo dudo) suenan por toda la ciudad los altavoces de las mezquitas llamando a la oración, y los fieles dejan sus ocupaciones y se apresuran hacia ellas. El rezo dura alrededor de 15 minutos. Eso sí, es evidente que no va todo el mundo a la mezquita, porque la ciudad mantiene su vitalidad durante ese período de tiempo. Los viernes es distinto. Ese día, que viene a ser como nuestro domingo, se desarrolla una especie de servicio continuo y los fieles van y vienen a la mezquita. Los hombres rezan en el espacio principal de la mezquita (en el centro, bajo la cúpula), y las mujeres lo hacen por separado, en una esquina de la planta baja (tras unas mamparas) o en la planta superior (si la hay).

Como es natural, la descripción que acabo de realizar de la liturgia musulmana no pretende ser exacta o rigurosa… sólo describo lo que puede observar un turista.

Os pongo a continuación un par de videos. No están tomados en la Mezquita Azul, que conste, pero todas las mezquitas son muy parecidas por dentro. Conviene que veais primero el video que he colocado (por un error de edición) en segundo lugar. En él vemos el principio del rezo, y la llegada apresurada de los más rezagados (en las bolsas, por si os lo preguntáis, llevan los zapatos). En el segundo video se ve una escena interesante del rezo, y algo más del interior de la mezquita.






Pues esto es todo, espero que os haya gustado este pequeño recorrido estambulita. Otro día, más, Tomás.

domingo, 11 de octubre de 2009

El Estambul oriental

Le prometí a Myriam que prepararía una entrada con fotos que reflejasen la cara “oriental” de Estambul, y aquí está.


Una nota “oriental” de Estambul es que varias veces al día (cinco, creo recordar), llaman a la oración en las mezquitas. Tradicionalmente, la llamada se realizaba de viva voz por una persona (el muecín) subida en una torre de las mezquitas (el minarete). Hoy en día esa llamada se realiza por megafonía. Como las mezquitas son muy numerosas, y subir el volumen de un altavoz es una operación muy sencilla y efectiva, a las horas marcadas resuena en toda la ciudad la llamada a la oración. En una de éstas, mientras nos encontrábamos en una terraza, me puse a grabar el sonido ambiente, y aquí está el resultado (en el video se escuchan las llamadas de al menos dos mezquitas, una más próxima y otra más lejana; por el lugar donde estábamos, la llamada más lejana procedía, seguramente, de la Mezquita Azul, que es la más grande de la ciudad).



Esta foto la tomé en un barrio del interior de la ciudad, algo alejado de las zonas más turísticas:

Aquí sale, al fondo, una de las puertas de entrada al Gran Bazar:

Diversas calles céntricas:




El Acueducto de Valente. La obra es romana (se terminó en el año 368), pero el ciudadano estambulí que se me cruzó por delante le da a la imagen un clásico aspecto “oriental”:


Finalmente, un par de fotos de la parte asiática de la ciudad, al otro lado del Bósforo. Allí desaparece el ambiente europeo definitivamente:


domingo, 30 de agosto de 2009

Estambul: el Puente de Gálata

El punto central del Estambul moderno se encuentra (o así me lo pareció a mi) en el Puente de Gálata. Este nombre, “Gálata”, procede de esos mismos “galos” que se peleaban con los romanos (Astérix, Obélix y compañía, ¿remember?), un pueblo celta. Algunos de ellos se desplazaron a lo que ahora es Turquía, y terminaron dando su nombre a un barrio de Estambul (“Gálata”), al puente que comunica con dicho barrio (aquí presente), a un correoso equipo de fútbol (“Galatasaray”), e incluso a una célebre carta (la “Epístola de San Pablo a los Gálatas”).

El Puente de Gálata no es muy largo (unos 500m, a ojo de buen cubero), pero sí bastante ancho (con dos amplias aceras, tres carriles por sentido para el tráfico rodado, más dos vías para el tranvía). Tiene dos niveles: el superior se destina a la circulación, mientras que el inferior está ocupado por restaurantes.

Lo más llamativo del puente es la frenética actividad pesquera que se desarrolla sobre él. Las barandillas de cada lado se encuentran repletas de hombres que pescan con largas cañas unos pececillos birriosos. En las terrazas de los restaurantes ubicados en el nivel inferior se garantiza un entretenido espectáculo de sedales en movimiento, con anzuelos que bajan y peces que suben con cara de sorpresa.

En esta primera foto se puede apreciar la anchura del puente. Y de paso, el interesante contraste entre el presente colorido de una niña pequeña, y el negro destino que le aguarda. Justo en este tramo del puente se encuentra prohibida la pesca, motivo por el que no aparecen los pescadores que antes mencionaba. No es que los turcos sean mucho de respetar las normas (al menos las de tráfico y/o semejantes), pero tampoco serán los primeros interesados en salir despedidos del puente tras el paso de algún barco y comenzar a practicar esquí acuático (modalidad con caña, no olímpica).


Aquí tenemos a los pescadores. En primer plano, uno enredando con el anzuelo. Casi hay que pedirle permiso para atravesar el puente.


Muchos pescadores son auténticos pofesionales. Mirad la parafernalia que gastaba el de la foto siguiente. En la caja blanca están sus capturas (las gambas deben ser cebo), los mismos peces que pescaba todo el mundo. No es que sean atunes, pero son los diminutos responsables de todo ese jaleo… no sé muy bien a qué especie pertenecían, tenían un aspecto parecido a las sardinas pero no eran tan escamosos, ¿podrían ser alevines de jureles?

Aquí se pueden ver los restaurantes del nivel inferior.


En la foto siguiente tenemos dos mezquitas: la de Rustem Paça en primer plano, y la de Suleimán más arriba.


Esta otra foto está tomada desde el puente, hacia el embarcadero adyacente. Ese día había allí atracados una especie de barcos-asadores de pescado (que se bamboleaban escandalosamente, pena que en la foto no se aprecia), que surtían de comida a una muchedumbre que se arremolinaba en torno a ellos.


Resulta difícil decir cuántos hombres habría en el puente pescando… pienso que mil puede ser una cifra aproximada. Y entre ellos, toda digna, había una mujer. Es obligado suponer que bajo esa caperuza alienante, se esconde todo un personaje.


En fin, y aquí termina esta breve historia del Puente de Gálata y sus circunstancias…

jueves, 13 de agosto de 2009

Tranvías de Estambul

Se interesaba Civilis hace poco por los tranvías de Estambul. Aquí os muestro los que hay, y, con ellos, algo del ambiente que se disfruta en la ciudad.

Éste primero es el tranvía moderno, circulando frente a Santa Sofía.


Y éste segundo es el tranvía que llaman “nostálgico”. Por su corto recorrido y su limitada capacidad, es más turístico que otra cosa. La calle por la que discurre (Istiklal) se puede equiparar perfectamente a cualquiera de las calles comerciales peatonales que tenemos en muchas ciudades españolas… el Estambul exótico aparecerá próximamente.


Y ahora voy a programar algunas entradas para estos días que estaremos fuera...

domingo, 2 de agosto de 2009

Estambul

Con esta entrada inicio una serie dedicada a Estambul, ciudad que visitamos el pasado mes de abril.

Mi idea inicial al comenzar este blog era la de compartir información con los lectores sobre lugares que visitar, libros que leer, música que escuchar, restaurantes a los que acudir, etc… en fin, información de utilidad para aprovechar al máximo los pocos días que vamos a estar en este valle de lágrimas. Y aquí voy a cumplir con ese objetivo inicial, pues pretendo anunciar a los cuatro vientos que Estambul es una ciudad que debe visitar todo aquél que pueda. Para los lectores americanos supone un destino demasiado lejano, pero para los españoles está a tiro de un vuelo directo de tres horas.

La ciudad me causó una impresión inmejorable. Seguramente llevaba la idea preconcebida de que, fuera de sus monumentos históricos de fama mundial, sería pobre, caótica, e insegura. Pues nada de eso, resultó ser una ciudad muy agradable: modesta –sin ser pobre-, pero limpia y bien cuidada –sin ser Suiza-; no es caótica, pero tiene una vitalidad que, vista desde nuestra Europa mortecina, resulta exótica… asiática.

Hay muchos sitios para comer, y no son malos (ya sé que siempre doy la lata con la comida, pero es que me pierde…). Son muy interesantes los restaurantes puramente turcos, pero tienen el inconveniente de que no sirven alcohol; y claro, comer con agua o Coca-Cola, se hace raro… ¡que ya no tenemos 10 años! Eso sí, hecha la ley (incluso la islámica), hecha la trampa: se permite beber alcohol en bares y cafeterías, de modo que en algunas de éstas, pensadas para los turistas, se sirve comida como en un restaurante cualquiera. Además tienen una cerveza que no es mala, esa “Efes Pilsen” que da nombre al equipo de baloncesto.

Como siempre, sabiendo algo de inglés se vive mejor por ahí fuera. Pero el idioma no constituye un obstáculo insalvable, pues dada la cantidad de españoles que visitan Estambul, en los comercios chapurrean algo de español.

Gran parte del interés de Estambul (que antes fue Constantinopla, y antes Bizancio) radica en su historia; y ésta se ha originado allí, y no en otro lugar, por su singular ubicación geográfica. Sobre la historia de Estambul no voy a hablar -que es muy larga y puede encontrarse en internet sin dificultad- pero sí voy a tratar de describir en esta primera entrada su geografía, para que sirva como referencia de futuras entradas.

La característica fundamental de Estambul es que se encuentra a ambos lados del Bósforo, un estrecho que comunica el Mar Negro con el Már de Mármara –y a través de éste con el Mediterráneo- que mide aproximadamente de 30 Km de largo y 2 Km de ancho, y que separa Europa de Asia. Se trata de la única ciudad del mundo –al menos entre las conocidas- cuyo término municipal se extiende por dos continentes. Es como una de tantas ciudades que están divididas por un río, que separa el barrio tal del barrio cual, sólo que en Estambul un lado del “río” es Europa y el otro es Asia.

En realidad, Europa y Asia comparten una larga frontera terrestre, que discurre en su mayor parte dentro de Rusia. Pero como tal frontera terrestre es arbitraria (esto es, humana), y, según leí alguna vez, hasta objeto de controversia en el tramo que discurre por las confusas repúblicas ex – soviéticas del Cáucaso. También separan Europa y Asia el Mar Negro y el Mar Mediterráneo, pero los mares no constituyen verdaderas fronteras. De forma que el único tramo de la inmensa línea que separa Europa y Asia donde encontramos una frontera natural, resulta ser justamente el Bósforo, y Estambul (para ser exactos hay otro tramo semejante un poco más al sur, el estrecho de los Dardanelos.. y allí estuvo asentada otra ciudad bien conocida, hoy en ruinas: Troya).

Pero, frente a la creencia generalizada, no existe un puente en el centro la ciudad por el que pueda cruzarse a pie de un lado a otro del Bósforo, pues, como antes decía, tiene una anchura respetable (alrededor de 2 Km). Son motivos económicos, naturalmente, los que han impedido que se haya construido hasta ahora uno o varios puentes en ese lugar, de modo que existe un intenso tráfico de transbordadores entre ambas orillas (lo que tiene mucho encanto, al menos para el turista). Sí que existe un puente en la zona norte de la ciudad, pero es un puente de autopista que probablemente no tenga acceso peatonal –y si lo tiene, promete no ser un paseo agradable-

Aquí os pongo una vista general del Bósforo y Estambul:


Ver mapa más grande

Y aquí otra más cercana:


Ver mapa más grande

Como podéis ver, el lado izquierdo (Europa) se subdivide en otros dos lados, separados por un brazo de mar llamado “El Cuerno de Oro”. En el lado sur se encuentran los principales monumentos (Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Palacio de Topkapi…, que están todos en el promontorio ese más verde que se ve en el extremo de ese lado sur) y los barrios antiguos (Sultanahmet..); en el lado norte, los barrios modernos (de hace dos o tres siglos), como Galatasaray, Beyoglu, Taksim… Separando ambos lados europeos veréis dos puentes pequeñitos: es el que está más cerca del Bósforo es el puente de Gálata (éste es el puente que se cruza andando), que constituye el verdadero centro de comunicaciones de la ciudad. También se puede ver, arriba a la derecha, el puente de autopista que cruza el Bósforo

Bien, ahora que ya conocéis la disposición de la ciudad, os daré un consejo muy útil: hay que buscarse un hotel que se encuentre cerca de la zona antigua y del puente Gálata. Y eso porque así se pueden hacer todas las visitas andando, está a mano el tranvía que lleva a visitas más lejanas (como el Palacio de Dolmabahce), y estáis también cerca de la principal estación de transbordadores.

Nosotros nos quedamos en uno que estaba en esa zona y que resultó ideal por esos motivos. Se llama Hotel Romance (oooooooooooh) y ahí os dejo el link para que podáis ir haciendo la reserva on-line. Lo reservamos a través de una agencia, pero una vez visto el hotel -y que Turquía parece un país serio-, creo que la reserva por internet es una buena opción. Esta es una foto del hotel:


En resumen, pienso que Estambul es un magnífico destino para visitar, y que puede uno viajar por su cuenta con toda tranquilidad. Aquí os dejo la idea, el viaje ya corre de vuestra cuenta..