El centro del Estambul antiguo se encuentra en una zona llamada Sultanahmet. Se trata de un enorme espacio abierto, donde, junto a los escasos restos del hipódromo romano, se encuentran dos de los monumentos más representativos de la ciudad: la Basílica de Santa Sofía, y la Mezquita Azul.
El hipódromo fue construido en el año 208 por el emperador Septimio Severo. Actualmente la edificación ha desaparecido y se ha transformado en un tranquilo parque, en cuyo interior subsisten las dos columnas que se situaban en ambos extremos del recorrido, marcando el punto que debían rodear los caballos en cada giro (en términos geométricos, y suponiendo que un hipódromo fuese una elipse: en los focos). Una de las columnas es un obelisco traído de Egipto en el año 390 por el emperador Teodosio (personaje que, por cierto, había nacido en Hispania). La otra columna es posterior, del siglo X.
Aquí tenéis una foto del lugar (ésta la he tomado de la wikipedia, pues no había hecho yo ninguna donde se viesen tan bien las columnas de las que hablo; el obelisco egipcio, al fondo):
Con motivo de las competiciones en el hipódromo se formaron varios equipos, que se identificaban por colores. A falta de otros mecanismos de asociación civil en la época, estos equipos terminaron asumiendo posiciones propias en cuestiones religiosas, políticas, sociales, etc.
Los dos equipos principales de la ciudad eran los “Azules” y los “Verdes”. Entre sus aficionados se producían frecuentes peleas, que podían comenzar por una intrascendente discusión surgida en el hipódromo sobre la maniobra de una cuádriga, pero que se alimentaban rápidamente por las discrepancias más sustanciales que existían entre ambos equipos/partidos. Una de estas peleas se transformó en una revuelta general (la revuelta de Niká) que terminó provocando 30.000 muertos. Una buena ensalada de bofetadas.
En esta revuelta de Niká, que tuvo lugar en el año 532, quedó destruida la Iglesia de Santa Sofía que había junto al hipódromo. El emperador Justiniano la mandó reconstruir, siendo entonces y por esta razón cuando fue construida la actual Basílica de Santa Sofía (terminada en el año 537).
De modo que allí, en el barrio de
Sultanahmet, encontramos también la Basílica de Santa Sofía. Pero de ella hablaré otro día más despacio, sólo adelanto que fue el monumento que más me gustó de Estambul.
Cuando los turcos ocuparon la ciudad (1453), cambiaron su anterior nombre de Constantinopla por el actual de Estambul. Algún tiempo después de su llegada (1609), los turcos se propusieron construir una mezquita que rivalizase con la Basílica de Santa Sofía (en ésta se había sustituido el culto cristiano ortodoxo por el musulmán, pero no podía dejar de ser un edificio bizantino, que les resultaba, por tanto, ajeno).
Y así construyeron la Mezquita Azul, a pocos metros de Santa Sofía, junto a los restos del antiguo hipódromo. La obra se terminó en 1617. En la escala temporal de Estambul puede considerarse un edificio reciente, pues tiene mil años menos que su vecina de plaza, Santa Sofía.
Aquí vienen unas fotos del exterior. Se caracteriza esta mezquita por tener seis minaretes, en lugar de los cuatro habituales. La enorme altura de estas torres, y el vuelo pausado de las gaviotas del Bósforo a su alrededor, crean una imagen espectacular.


En su interior, las mezquitas se encuentran ricamente decoradas. El suelo está cubierto de grandes y lujosas alfombras, sobre las que se sientan (o tienden) los fieles para rezar. No hay bancos, mobiliario, ni imágenes de ninguna clase; una mezquita es, básicamente, un espacio diáfano, vacío y cómodo, donde sentarse a rezar.
Estas son unas fotos del interior de la Mezquita Azul:

La visita a las mezquitas por parte de los turistas es libre y gratuita. Todos los visitantes deben descalzarse, y las mujeres además cubrirse la cabeza. Lo primero se entiende, pues caminar con los zapatos manchados de la calle por la alfombra sobre la que se sienta la gente, sería una cochinada; lo segundo tiene menos explicación… al menos yo no termino de comprender qué demonios tienen las religiones contra el pelo de las mujeres (¿es que tienen más caspa que los hombres?).
Cinco veces al día (creo que eran cinco, pero ahora lo dudo) suenan por toda la ciudad los altavoces de las mezquitas llamando a la oración, y los fieles dejan sus ocupaciones y se apresuran hacia ellas. El rezo dura alrededor de 15 minutos. Eso sí, es evidente que no va todo el mundo a la mezquita, porque la ciudad mantiene su vitalidad durante ese período de tiempo. Los viernes es distinto. Ese día, que viene a ser como nuestro domingo, se desarrolla una especie de servicio continuo y los fieles van y vienen a la mezquita. Los hombres rezan en el espacio principal de la mezquita (en el centro, bajo la cúpula), y las mujeres lo hacen por separado, en una esquina de la planta baja (tras unas mamparas) o en la planta superior (si la hay).
Como es natural, la descripción que acabo de realizar de la liturgia musulmana no pretende ser exacta o rigurosa… sólo describo lo que puede observar un turista.
Os pongo a continuación un par de videos. No están tomados en la Mezquita Azul, que conste, pero todas las mezquitas son muy parecidas por dentro. Conviene que veais primero el video que he colocado (por un error de edición) en segundo lugar. En él vemos el principio del rezo, y la llegada apresurada de los más rezagados (en las bolsas, por si os lo preguntáis, llevan los zapatos). En el segundo video se ve una escena interesante del rezo, y algo más del interior de la mezquita.
Pues esto es todo, espero que os haya gustado este pequeño recorrido estambulita. Otro día, más, Tomás.