En la ladera norte de la isla de Tenerife visitamos varias localidades, las principales de las cuales fueron Puerto de la Cruz, e Icod de los Vinos. Otras ciudades de Tenerife, como la propia capital (Santa Cruz) o La Laguna, las hemos dejado para otra ocasión.
A Puerto de la Cruz conviene llegar provisto de bañador y con tiempo para visitar “las piscinas de Martiánez”, o “Lago Martiánez”. Se trata de un complejo de piscinas diseñado por César Manrique, situado al borde del mar. Tiene el aspecto de un megaresort del Caribe, pero es de propiedad municipal y por tanto de uso público. Por un módico precio (3 Euros, si no recuerdo mal), te puedes pasar el día allí dentro.
Estas son las piscinas:
Tres fotos más de Puerto de la Cruz:
Desde allí fuimos a Icod de los Vinos, en busca, cómo no, del mítico Drago Milenario, ese árbol del cual nos hablaban tanto de niños en el colegio, como si fuera poco menos que una de esas siete u ocho Maravillas del Mundo. He aquí el famoso Drago:
Alexander von Humboldt, el gran viajero alemán -cuya biografía aprovecho para recomendar a los lectores interesados en la literatura de viajes-, pasó por Tenerife en el año 1799. Describió entonces un ejemplar de drago situado en el municipio de La Orotava, actualmente desaparecido, que debía ser mucho más grande y antiguo que el drago de Icod, como se desprende del dibujo que hizo de él:
Y termino la entrada con las palabras que dedicó Humboldt a Tenerife: “Ningún lugar del mundo me parece tan apropiado para desterrar el desconsuelo, y para devolver la paz al alma embargada por el dolor, como Tenerife.”