Los lectores más antiguos recordarán que tiempo atrás -hace hoy dos años y medio, exactamente-, conté aquí que había venido al mundo una sobrina nuestra, llamada Alicia.
No sé si el tiempo pasa muy rápido, o este blog se hace muy viejo, o Alicia nos ha salido muy lista, pero el caso es que ya estoy en condiciones de ofrecerles unas palabras suyas.
Y no se trata de palabras sencillas como mamá, papá, caca, etc.. que eran las que yo decía a su edad, sino que hablamos de toda una poesía, dedicada al otoño, que Alicia ha memorizado y recita con bastante intención poética.
Esta es la poesía en cuestión, que ilustro con unas fotos tomadas el sábado pasado por los alrededores de mi casa:
Ha llegado muy callado
con su vestido marrón
levantando un aire fresco
y anunciando su estación.
Nos dice adiós el verano,
llueve y llueve sin parar.
Los árboles sin hojitas
peladitos quedarán.
Tiene el otoño un pincel
y pinta el campo dorado.
Las nubes las pinta grises
y al sol lo pinta nublado.