El Rockefeller Center es un complejo de 19 edificios construidos en los años 30 del pasado siglo. A sus pies existe una plaza peatonal donde, en invierno, se coloca un gran árbol de navidad y se instala una pista de hielo (que salen frecuentemente en las películas).
El edificio principal, que recibe el nombre de su actual propietaria (la empresa General Electric, o GE), mide 266 metros y tiene 70 pisos; durante su construcción se tomó la famosa foto de los obreros que disfrutan tranquilamente de su merienda, sentados sobre una viga suspendida en el vacío:
El lugar se encuentra a un agradable paseo de distancia desde el Bryant Park, lugar sin fama especial pero ya bien conocido por todos los seguidores de este blog.
Para facilitar la orientación de mis distinguidos lectores, ruego se dirijan de nuevo a la primera foto de la entrada de 03/09/2009 y pinchen sobre ella. Veréis en primer plano a un señor sentado, con pantalón blanco y camiseta azul. Pues bien, desde la posición de esa persona existe una forma muy sencilla (conceptualmente al menos, no diré que sea una forma “cómoda” o “práctica”) de llegar a la terraza del edificio principal del Rockefeller Center, y es en catapulta. La dificultad principal del lanzamiento estriba en salvar el edificio de ventanas alargadas que se ve a la izquierda (y no acabar uno pegado a su fachada como una salamanquesa), pero superado ese escollo, el aterrizaje en destino entra dentro de lo posible.
Una vez arriba, la vista que tenemos hacia nuestro punto de partida es ésta de aquí:
Se pueden distinguir sin dificultad los dos edificios colindantes con el Bryant Park (allí, en nuestra escala humana, nos parecían enormes, pero subidos ahora a uno de estos mastodontes su tamaño nos parece razonable, hasta pequeño); incluso se ven algunos árboles del mismo parque.

Aquí está la terraza, alargada y estrecha como el propio edificio. Es la misma terraza que sale en el video que puse en la entrada de 19/08/2009, tanto en el fotograma de portada como en la acción que se desarrolla entre 2:00 y 2:30. Podemos ver que el torreón de coronación ha sido ampliado desde entonces, pero en lo demás la terraza por la que pasaron Gene Kelly y Frank Sinatra sigue prácticamente igual.
Si la cuerda de la catapulta que nos ha traído hubiera estado más tensa de lo debido, habríamos pasado volando sobre la terraza (de izquierda a derecha, en la foto), y hubiéramos dado con nuestros huesos en algún lugar situado al otro lado del edificio, con un poco de suerte en uno de los lagos del Central Park. Esta es la vista en esa dirección, que la misma en la que fue tomada la foto de los obreros:

Según pude leer en la guía, la superficie del Central Park es el doble que la superficie de Mónaco (circunstancia que he confirmado: el parque tiene casi 4 Km2, y el Mónaco alrededor de 2 Km2).
Es suma, es una visita que vale la pena (y 20 dólares por cabeza) realizar. Frente a la terraza del Empire State, tiene la desventaja de su escaso valor simbólico, y de que a la vuelta no puedes afirmar que “hayas estado en lo más alto”; pero, a cambio, tiene la ventaja de que está menos abarrotada de gente, y de que en tu campo de visión encuentras al propio Empire State.
Una vista desde esta misma terraza, tomada en un atardecer de invierno, la podéis ver en esta
preciosa foto.