Hojeando u ojeando (que todo vale) esta tarde, en la tranquilidad de mi casita, el suplemento “Modas y Labores” de la revista “Menage”, número de marzo de 1934 (a ver, qué pasa… ¿vosotros nunca hacéis nada raro?), he dado con un artículo de plena actualidad que no me resisto a trascribir aquí, por el enorme interés que puede tener para mis lectoras, a quienes se lo dedico con todo el cariño.


Hacia la esplendorosa Primavera…
La florida estación del año no ha llegado aún, pero nos vamos acercando a ella, y parece que la presentimos, a pesar de los rigores del mal tiempo. La presentimos, y mejor aún, la deseamos.
Poco a poco, se van alargando los días, la luz es más abundante, y el cielo va “tornándose” más azul.
Al igual que este frenesí espiritual que experimentamos, la eterna Fémina no se olvida tampoco de las materialidades que tanto le ayudan a vivir. Aquella chispita de vanidad, no se consume, y el deseo de dotar a su figura de los mayores atractivos late constantemente en el pensamiento de la mujer.
Primavera…! Que podemos traducir en luz, sol, flores, exuberancia plena… y para Fémina, también en vestidos…! Nuevas modas, nuevas toilettes, que constituyen también una primavera…
Así, pues, entremos de lleno a croniquear un poco, sobre este punto primordial del vestido femenino. Entre las bonitas novedades que se preparan se destaca el vestido-capa. Un modelo de nueva línea, y de gracia exquisita que envuelve delicadamente la esbeltez del cuerpo femenino. No se trata de una capa exagerada, sino más bien de un pequeño motivo para contrastar la silueta de la mujer.
Otra nota muy característica de la moda primaveral, es la variedad de géneros empleados en los conjuntos. La unidad de color no es reprochable, pero parece, que si bien daba la sensación de una perfecta corrección, era demasiado severa para la graciosa figura femenina.
La mezcla de tejidos “quadriles” escocés, etc., parece de una fertilidad impresionante y de efectos alegres y juveniles.
En resumen, podemos decir que la moda se muestra esta vez altamente simpática, y que sus notas no han de ser disonantes sino perfectamente armoniosas en medio de la algarabía de las modernidades extravagantes.


Hacia la esplendorosa Primavera…
La florida estación del año no ha llegado aún, pero nos vamos acercando a ella, y parece que la presentimos, a pesar de los rigores del mal tiempo. La presentimos, y mejor aún, la deseamos.
Poco a poco, se van alargando los días, la luz es más abundante, y el cielo va “tornándose” más azul.
Al igual que este frenesí espiritual que experimentamos, la eterna Fémina no se olvida tampoco de las materialidades que tanto le ayudan a vivir. Aquella chispita de vanidad, no se consume, y el deseo de dotar a su figura de los mayores atractivos late constantemente en el pensamiento de la mujer.
Primavera…! Que podemos traducir en luz, sol, flores, exuberancia plena… y para Fémina, también en vestidos…! Nuevas modas, nuevas toilettes, que constituyen también una primavera…
Así, pues, entremos de lleno a croniquear un poco, sobre este punto primordial del vestido femenino. Entre las bonitas novedades que se preparan se destaca el vestido-capa. Un modelo de nueva línea, y de gracia exquisita que envuelve delicadamente la esbeltez del cuerpo femenino. No se trata de una capa exagerada, sino más bien de un pequeño motivo para contrastar la silueta de la mujer.
Otra nota muy característica de la moda primaveral, es la variedad de géneros empleados en los conjuntos. La unidad de color no es reprochable, pero parece, que si bien daba la sensación de una perfecta corrección, era demasiado severa para la graciosa figura femenina.
La mezcla de tejidos “quadriles” escocés, etc., parece de una fertilidad impresionante y de efectos alegres y juveniles.
En resumen, podemos decir que la moda se muestra esta vez altamente simpática, y que sus notas no han de ser disonantes sino perfectamente armoniosas en medio de la algarabía de las modernidades extravagantes.