Iba esta tarde de vuelta a casa, pensando en mis cosas, cuando comencé a percibir una extraña actitud en muchos viandantes. Una especie de propósito común. Seguí los pasos de los más caracterizados entre los encausados, y terminé caminando por el centro de una Castellana vacía de coches, como si de una película de zombis se tratase. En Cibeles se estaba cociendo una buena. Miles de personas esperaban la llegada de los jugadores de la selección española fútbol, que traerían la Copa de Europa recién conseguida. Unos pseudocantantes -que atienden por el apelativo de "los triunfitos"-, castigaban al público, en riguroso directo, con sus melodías espantosas. Al ver por una pantalla gigante que el autobús de los jugadores circulaba todavía por Moncloa, comprendí que faltaban todavía varias horas para que se presentasen allí. De modo que continué mi camino a casa, no sin antes recolectar algunas imágenes del acontecimiento para mis distinguidos lectores.
V
Hace 5 años