
El pasado fin de semana estuvimos en Oporto. Salimos el sábado a primera hora de la mañana, y nos volvimos el domingo por la noche, todo en avión.
En una próxima entrada explicaré cómo se puede organizar una buena escapada a Oporto. Pero me apetecía hablar antes de los cambios que se han producido en la forma de llegar allí desde que era un niño (años 70 y principios de los 80). Seguramente no sean unos cambios tan espectaculares como yo los percibo, si tenemos en cuenta que han pasado ya más de 30 años…y deba sorprenderme más bien por lo rápido que ha pasado el tiempo.
A Oporto he ido muchas veces para ver a mi familia de allí, una vez al año más o menos. De niño no había vuelo directo, por lo que hacíamos el trayecto en coche o en tren. Nunca fuimos en autobús, posiblemente no existía entonces ese servicio.
En esa época viajábamos desde Madrid o Valladolid. Tanto en coche como en tren, el viaje era una especie de aventura.
En una próxima entrada explicaré cómo se puede organizar una buena escapada a Oporto. Pero me apetecía hablar antes de los cambios que se han producido en la forma de llegar allí desde que era un niño (años 70 y principios de los 80). Seguramente no sean unos cambios tan espectaculares como yo los percibo, si tenemos en cuenta que han pasado ya más de 30 años…y deba sorprenderme más bien por lo rápido que ha pasado el tiempo.
A Oporto he ido muchas veces para ver a mi familia de allí, una vez al año más o menos. De niño no había vuelo directo, por lo que hacíamos el trayecto en coche o en tren. Nunca fuimos en autobús, posiblemente no existía entonces ese servicio.
En esa época viajábamos desde Madrid o Valladolid. Tanto en coche como en tren, el viaje era una especie de aventura.

En coche (el típico trasto de la época, aquí he puesto uno igual que el nuestro, un Renault 6), el trayecto comenzaba con una buena kilometrada hasta la frontera, por aquellas carreteras de la época. Esa parte del camino venía a ser como el tercio de varas en los toros, un tramo concebido para que se te bajaran los humos y perdieses todo el ánimo con el que habías iniciado el viaje.
Tras cruzar la frontera comenzaba una sucesión interminable de curvas durante los 200 Km que tiene de ancho Portugal, hasta llegar a la carretera de la costa. Esto vendría a ser como la faena de muleta, venga vuelta y venga vuelta, para marearte bien.
A la carretera de la costa (Lisboa-Oporto) llegábamos siempre de noche y casi siempre lloviendo, sólo para ocupar nuestra posición en una fila compacta de coches y recorrer, así atascados, los 80 Km que todavía faltaban para llegar a la casa de mis abuelos. Esta parte del viaje era la estocada final y el descabello, todo junto.
Tras cruzar la frontera comenzaba una sucesión interminable de curvas durante los 200 Km que tiene de ancho Portugal, hasta llegar a la carretera de la costa. Esto vendría a ser como la faena de muleta, venga vuelta y venga vuelta, para marearte bien.
A la carretera de la costa (Lisboa-Oporto) llegábamos siempre de noche y casi siempre lloviendo, sólo para ocupar nuestra posición en una fila compacta de coches y recorrer, así atascados, los 80 Km que todavía faltaban para llegar a la casa de mis abuelos. Esta parte del viaje era la estocada final y el descabello, todo junto.
El tren, en cambio, eso era otra cosa. El viaje era igual de pesado, pero no tenía comparación posible con el coche, era mucho más divertido. Como parte del trayecto lo hacíamos en trenes nocturnos, era necesario encontrarse despierto y activo en algún momento de la noche para subir o bajar del tren, en esas horas de la madrugada prohibidas a los niños. Lo que me resultaba fascinante, como es natural.
Desde Madrid había que coger el tren a Lisboa, el “Lusitania”, que salía a las 10 u 11 de la noche. Desde Valladolid cogíamos en plena madrugada el “Sud-Express”, un tren que circula entre París y Lisboa que tiene mucha raigambre en Portugal, al ser muy utilizado por los numerosos emigrantes portugueses en Francia. En ambos casos había que llegar hasta una estación situada en la línea férrea de la costa (Entroncamento con el “Lusitania”, Pampilhosa con el “Sud-Express”), bajarse del tren a horas intempestivas (poco antes del amanecer, o amaneciendo), y esperar al primer tren diurno hacia Oporto.
Nuestro viaje terminaba casi siempre en la estación anterior a Oporto, Vila Nova de Gaia, que era nuestro destino. Pero otras veces el tren no hacía parada allí y había que llegar hasta el mismo Oporto, 10 Km más adelante. Para mí era una gran alegría, pues en ese corto trayecto adicional el tren tenía que atravesar el puente de Maria Pia sobre el Duero. Es un puente del siglo XIX, obra de Eiffel (el de la torre), actualmente en desuso, que en aquélla época debía amenazar ruina o al menos tener algún problema estructural de cierta entidad, pues el tren le atravesaba con sumo cuidado, traqueteando despacísimo, a la velocidad de una persona andando. Circulando a gran altura sobre el río, se percibía entre los viajeros una vaga sensación de peligro que resultaba de lo más emocionante para un niño.
Desde Madrid había que coger el tren a Lisboa, el “Lusitania”, que salía a las 10 u 11 de la noche. Desde Valladolid cogíamos en plena madrugada el “Sud-Express”, un tren que circula entre París y Lisboa que tiene mucha raigambre en Portugal, al ser muy utilizado por los numerosos emigrantes portugueses en Francia. En ambos casos había que llegar hasta una estación situada en la línea férrea de la costa (Entroncamento con el “Lusitania”, Pampilhosa con el “Sud-Express”), bajarse del tren a horas intempestivas (poco antes del amanecer, o amaneciendo), y esperar al primer tren diurno hacia Oporto.
Nuestro viaje terminaba casi siempre en la estación anterior a Oporto, Vila Nova de Gaia, que era nuestro destino. Pero otras veces el tren no hacía parada allí y había que llegar hasta el mismo Oporto, 10 Km más adelante. Para mí era una gran alegría, pues en ese corto trayecto adicional el tren tenía que atravesar el puente de Maria Pia sobre el Duero. Es un puente del siglo XIX, obra de Eiffel (el de la torre), actualmente en desuso, que en aquélla época debía amenazar ruina o al menos tener algún problema estructural de cierta entidad, pues el tren le atravesaba con sumo cuidado, traqueteando despacísimo, a la velocidad de una persona andando. Circulando a gran altura sobre el río, se percibía entre los viajeros una vaga sensación de peligro que resultaba de lo más emocionante para un niño.
Este es el puente en cuestión. Lo que circula en encima es un TAF de los años 50, no un tren de los 70. Fijaos en la altura del puente.

La situación actual se refleja en esta foto: en primer plano el puente de Maria Pia, junto con el puente ferroviario moderno –blanco- que han construido para sustituirlo. Al fondo el puente de Dom Luiz I, el mismo que he puesto en el encabezamiento de la entrada.
Hasta aquí la historia del viaje. Pasemos a la actualidad.
Hoy en día el viaje en tren no debe haber cambiado demasiado –seguimos aquí en la edad pre-AVE-, pero con el resto de medios de transporte la situación ha mejorado sustancialmente. En coche (y autobus, que ya lo hay) tienes autopista la mayor parte del camino.
Pero la gran diferencia está en el avión, único medio que te permite hacer la escapada de fin de semana que se propondrá otro día. Vuelan Iberia, Tap, y Ryanair. Esta última suele tener los mejores precios y los peores horarios. Nosotros hemos ido un par de veces a pasar un fin de semana de esta forma, y las dos veces hemos utilizado Iberia. Tiene un vuelo muy cómodo que sale el sábado a las 9 de la mañana (pronto, pero sin brutalidades), que por el cambio horario llega a la misma hora local. Para la vuelta hay un vuelo el domingo que sale de Oporto a las 8:30 de la tarde, y llega a las 10:30 de aquí (tarde, pero sin brutalidades). La ida y vuelta sale por 90 euros aproximadamente.
Esta es la forma de hacer el viaje amigos... el próximo día, le daremos contenido al asunto.
Hoy en día el viaje en tren no debe haber cambiado demasiado –seguimos aquí en la edad pre-AVE-, pero con el resto de medios de transporte la situación ha mejorado sustancialmente. En coche (y autobus, que ya lo hay) tienes autopista la mayor parte del camino.
Pero la gran diferencia está en el avión, único medio que te permite hacer la escapada de fin de semana que se propondrá otro día. Vuelan Iberia, Tap, y Ryanair. Esta última suele tener los mejores precios y los peores horarios. Nosotros hemos ido un par de veces a pasar un fin de semana de esta forma, y las dos veces hemos utilizado Iberia. Tiene un vuelo muy cómodo que sale el sábado a las 9 de la mañana (pronto, pero sin brutalidades), que por el cambio horario llega a la misma hora local. Para la vuelta hay un vuelo el domingo que sale de Oporto a las 8:30 de la tarde, y llega a las 10:30 de aquí (tarde, pero sin brutalidades). La ida y vuelta sale por 90 euros aproximadamente.
Esta es la forma de hacer el viaje amigos... el próximo día, le daremos contenido al asunto.

14 comentarios:
Me parece super didáctica la descripción de este viaje. Voy a tomarla muy en cuenta para darme una escapadita de fin de semana.
Pablo Acuña.
Gracias por tu comentario Pablo. Te resultará un viaje muy interesante porque es una ciudad muy distinta a Madrid. Pienso que en algunos aspectos (el jaleo del centro, la humedad, el verde) te podría recordar incluso a San José. Si necesitas cualquier información adicional no dudes en preguntarme, si no son preguntas difíciles podré contestarte...
Muchas gracias Victor! De fijo te preguntaré!!
Entre el tercio de varas, la faena de muleta, la estocada final, el descabello, y por supuesto el Renault-6, sólo puedo decirte: ¡OLEEEEEEEEEE!... ¡TORERO-TORERO-TOREROOOOOO...!
Claro está, me he reído un tanto J
Márchome... chucu-chucu-chucu-chucu-piiiiii-piiiii... en levetren, pa’ estar en concordancia con tu entrada.
No sé por qué se me pasó por la cabeza la comparación con los toros, porque no me gustan. No es que sea un militante anti-taurino, pero pienso que si no existieran NO habría ninguna necesidad de inventarlos.. pobres bichos, con lo buenos que son..
Considero una auténtica barbaridad que se llame "arte" a dar muerte a un animal... pero qué se va a esperar de alguien que salva a un grillito de morir a escobazos...
Lo he discutido en numerosas ocasiones con mis compañeros veterinarios. La mayoría defiende que el "toro de lidia" es una especie y como tal nació para morir en la plaza. Que si dejase desaparecería.
Mi respuesta es siempre la misma: ¿Nació... o el hombre hizo que naciera? En tal caso, bien, que desaparezca... "esa denominación de origen" que ya se les llamará de otro modo a los futuros toritos (enamoraos' de la luna), pero que dejen a los últimos especímenes retozar por los prados siendo felices y comiendo perdices con las vaquitas.
Ahora bien... comprendo que es una fiesta nacional "muy arraigada" y no suelto pestes contra ella. Lo que no me impide decir que aquí, en España, somos todavía muy bestias con ciertas "tradiciones", que con frecuencia se ceban con pobres animalitos. Ya me gustaría a mí ver a todos esos que se divierten a costa del sufrimiento de un animal en la piel del mismo, ya...
Estamos a años luz de ser "europeos" en muchos aspectos.
La entrada te quedó muy bien empleando el argot taurino. Y ahora quedó mejor que sé que tampoco te agradan.
Con dios (o diablo claro).
Pensamos entonces más o menos lo mismo. La idea de divertirse maltratando y matando a un animal me parece inadmisible, por lo que no me gustan los toros de entrada.
Pero en este caso, la aplicación práctica de la idea me parece menos mala que la idea en si misma. Los toros se han convertido en una industria que da comer a mucha gente (aunque no sea literalmente, pero viven de ellos quienes a fin de cuentas están por encima en la cadena trófica) y tampoco me parece que la vida y muerte de los toros sea peor que la de muchos otros animales de los que nos servimos los humanos... supongo que cualquier gallina ponedora, o cerdo de criadero, o pato alimentado a la fuerza para conseguir un superhígado, estaría encantado de vivir cinco años en libertad y luego poder morir peleando... los animales que van al matadero van muertos de miedo, y a los toros en la plaza no se les ve con miedo. A parte de que los toros no existirían.. :), en fin, los eternos argumentos del eterno debate.
No te lo tomes a mal Víctor que ya sabemos que las comparaciones son horribles... pero también vive mucha gente –con exceso de lujo y defecto de conciencia- del narcotráfico, de la venta de armas, de la trata de blancas, de la pederastia...
En estos días ha sido el festejo del "Toro de la vega", o algo así lo llaman. Matar a un toro, inmerso en un tropel de gente posesa que le azuza, mientras asustado es perseguido por un "jinete" que le acaba atravesando con una lanza... eso es una “fiesta”. Y todavía tienen el cuajo de defender los lugareños que no lo podemos comprender los que no somos de allí... que son 400 años de tradición.
Lo dicho... ponía a más de uno-a en la piel del torito y de otras criaturas con las que nos... "divertimos" los seres humanos.
La verdad... a veces siento asquito de mi especie. Menos mal que compensamos en otros aspectos.
En cualquier caso no me vale tu referencia a las gallinas y demás animales aludiendo a la cadena trófica. Estamos hablando de "diversión" y "arte". Alimentación... es otra cosa. Y te lo dice alguien que, precisamente tras ver un documental sobre ocas, decidió volverse végana. ¡Y con lo que me gusta el paté! Pero duré apenas tres meses pues me debilité bastante... sobre todo porque músculo que hace deporte, como es mi caso, necesita proteínas. Por suerte apenas comía carne ya antes, así que ahora... alguna que otra pechuguita y un pescaíto de vez en cuando... ¡Ops... soy una caníbal y me como a mis hermanitos! Recuérdote mis también genes sireniles... glub, glub, glub...
Leve, estás comparando los toros con actividades sustancialmente más graves... y cuando hablo de "toros" no me refiero a las fiestas de los pueblos, que son para darles de comer aparte. Aquí no hay debate posible: estoy de acuerdo con todo lo que dices.
Pues entonces, como creo que se dice en ajedres ya que no sé jugar en realidad, lo dejamos en tablas.
Buen día.
Ajedrezzzzzzz, claro, je, que en este punto sureño no seseamos.
Leve, más que tablas, sería una alianza antitaurina.. :)
Por cierto, al hilo de tu segundo comentario.. no hace mucho estuvimos comentando con Roberto el tema de los acentos andaluces; ¿serías capaz de decirnos en qué provincias (o zonas) de Andalucía se "sesea", en cuáles se "cecea", y en cuáles se habla, digamos, al modo castellano?
Digamos que hay tres vertientes. “Sesear” y “cecear” de Málaga p’allá, o sea hacia Occidente. Esto es... Málaga (mitad y mitad, o cuarto y mitad de la población, no sé exactamente porque no todo el mundo sesea, que es lo que básicamente se hace allí). También en Sevilla y Huelva hay seseo en particular y en Cádiz... mucho ceceo.
En cuanto a Córdoba... no sabría decir, tienen un acento singular. Se nota que son de allí pero no sabría concretar si abunda más el seseo o el ceceo.
En Jaén, Granada y Almería hay similitud... pues somos los “orientales”. Por lo general ni ceceamos, ni seseamos. Si tendemos a comernos mucho, pero mucho (será por el trauma del hambre ya que históricamente hemos sido de las provincias más pobres del país) los finales de las palabras (o los “en medios”). Por ilustrar... un “entonces” puede quedar en un “entoé”. También, los más “brutitos”, tienden a abrir muchos las vocales. Almería, de hecho, es famosa por la típica frase: “Qué éééé lo que éééé”. Yo, que no me prodigo mucho con esta “apertura” muy de vez en cuando (pero muy de vez en cuando, eh) suelto alguna que otra “eeeeeeee” que cuando me estoy oyendo me doy penita. Claro que... ¡al menos me doy cuenta!... lo cual es peor pues suena horribilus. “Aprendizaje (imposición) subliminal”, sospecho, je. En cualquier caso a tos’ se nos nota que parloteamos el andalú, je-je.
Luego ya depende si nos referimos a capitales o interior. Porque por ejemplo hay pueblos en la alpujarra granaína que se gastan un ceceo que casi ni se puede entender de cerrao’ que es.
Leve, gracias por el informe etno-lingüístico.. :), le diré a Roberto que se lo mire.
Sobre Córdoba... allí hay más seseo, me paese a mi.
El acento de Almería se parece tambíen un poco al murciano, ¿no?
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