Cuenta el periódico que hoy ha muerto un periodista llamado Javier Ortiz. Su nombre no me sonaba de nada, aunque supongo que algo suyo habré leído alguna vez dado que publicó artículos en dos periódicos de ámbito nacional, El Mundo y Público.
Dice también el periódico que este hombre tenía un blog (¡compañero!), cuya última entrada ha sido un obituario suyo escrito por él mismo. El texto tiene bastante gracia, la verdad, aparte de lo inhabitual que resulta leer a una persona contando su vida desde su presente condición de muerta.
Noto además que sus palabras conservan todavía algo de vida, una vida que a buen seguro perderán rápidamente para quedar eternamente fosilizadas; como a estas horas no ha sido enterrado, debe ser que aún no pertenece completamente al reino de la Muerte. Si existe un Más Allá (¿en el Monte Olimpo?), estará ahora mismo liado con los trámites de entrada, rellenando papelotes en el check-in o aguardando aburrido su turno en una sala de espera.
Aquí os pongo el link, por si os apetece escuchar una voz de ultratumba...
6 comentarios:
Víctor, este párrafo tuyo y el que se lee en el link me hicieron recordar que hace unos días un amigo me sugirió la idea de que todo autor de blogs debería darle la contraseña de entrada a una persona de su confianza para que en caso de... bueno, tú ya sabes qué... pudiera hacerle un cierre decente a esa bitácora.
Creo que es una buena idea, ¿no te parece?
Saludos cordiales desde Buenos Aires.
Que trágicos se me han puesto pero no es mala la idea. Ahora falta que alguno se comprometa a no morir antes que los demás y a ese le damos las contraseñas del blog y de los e-mails para que nos arregle los asuntos pendientes en caso de alguna eventualidad :)
Saludos!
Roberto, por el tenor de tu comentario sospecho que habrás empleado más de una vez la palabra "Méndez", ¿me equivoco? :)
Ya en serio, y contestando también a Myriam, supongo que un blog sin tal "cierre decente", sino brúscamente interrumpido, sería el mejor reflejo de ese eventual acontecimiento luctuoso, ¿no?... y que el blog sería casi la más irrelevante de las interrupciones que se producirían..
En fin, pensemos en otras cosas.
Saludos terrenales (por el momento)
Entiendo, Víctor, la relación que haces con la palabra "Méndez" que aquí, en Argentina, es un reemplazo habitual y jocoso de "Menem" pero la verdad es que nunca la había usado.
La explicación para los que no son argentinos o no están muy compenetrados con la realidad de mi país es que se cree (o se afirma creer) que nombrar el apellido del ex presidente o su presencia real en algún lugar traen "mala suerte".
Sin embargo, y sin intentar el comienzo de un debate político, su presencia en la Casa de Gobierno coincidió con los diez mejores años (dentro de los últimos ochenta) de nuestro país. Por supuesto, no todos los argentinos opinamos igual y cada uno extrae de la realidad lo que le es más afín, interesante o conveniente.
Saludos cordiales desde Buenos Aires.
Efectivamente Roberto, era una broma sin ninguna intención política, sólo me refería al aspecto supersticioso del asunto (¡espero que no te haya molestado!).
Verás, yo no soy supersticioso, y todas esas historias me resultan bastante divertidas. En el caso de Menem, escuché hace tiempo eso de que le cambiaban el nombre, y me pareció una solución muy ingeniosa.
Claro que, tratándose de un político, supongo que esa superstición no surgiría con una base real o de forma espontánea, sino propagada por sus enemigos políticos; y que el asunto no le haría ninguna gracia a sus partidarios...
En fin, que no tengo ninguna opinión propia sobre Menem, no me acuerdo de lo que se publicaba aquí sobre su gobierno; diría, eso sí, que no se hablaba tanto de él como del "matrimonio presidencial" que tenéis ahora.
Y del debate político no te preocupes, está prohibido en este blog hablar sobre política contemporánea (en todo caso se permite hablar un poco de la política histórica... digamos que emmmmmm... anterior a 1950)
Saludos.
Por supuesto que no me molestó en absoluto tu comentario, Víctor.
Aquí en Argentina todos somos, en algún sentido, extremistas desatados: si alguien nos gusta, está un escalón debajo de Dios, si no nos gusta está en el umbral del infierno.
Y eso pasa con el análisis que hacemos sobre la tarea de los presidentes y expresidentes: A quien no le agrada demasiado algún detalle de la gestión habla en contra de la gestión toda. A quien le entusiasma alguna otra característica, ensalza a la gestión en su conjunto.
Aquí casi todos caemos en eso, yo me incluyo.
En su momento a mi me entusiasmaron algunas características de la gestión que comentábamos antes y tiendo, lo reconozco, a minimizar u olvidar otros aspectos menos buenos.
Como decía antes: cada uno extrae de la realidad lo que le es más afín, interesante o conveniente.
Saludos cordiales y muy buen fin de semana.
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