En la foto de la entrada anterior se puede ver el coche que alquilamos en Suecia, aparcado a la entrada del Parque Nacional de Norra Kvill. Este Parque está situado cerca del pueblo de Vimmerby, en la región de Småland (suroeste de Suecia). En un desplazamiento que realizamos entre las ciudades de Oskarshamn y Jönköping, nos desviamos ligeramente de la ruta para visitar este lugar.
Durante nuestra estancia en Suecia, en ocasiones –y ésta fue una de ellas- tuvimos alguna dificultad para encontrar nuestro camino cuando se trataba de llegar a lugares pequeños o poco visitados, pues las indicaciones en carretera no siempre eran buenas. Afortunadamente, llevábamos un GPS, y con ese chisme nunca estás perdido del todo; el problema se presentaba cuando las carreteras comenzaban a bifurcarse, y las secundarias pasaban a ser de tercera, luego de cuarta, luego de tierra, para finalmente terminar desapareciendo, tanto del mapa como de la memoria del GPS.
Como decía el otro día, Suecia es un país muy boscoso, pero casi todos los bosques son objeto de explotación comercial. Se tala, se reforesta, y se vuelve a talar, de forma sistemática. Las carreteras interiores atraviesan frecuentemente extensos bosques. Rectas largas y vacías, flanqueadas durante kilómetros y kilómetros por dos muros verdes, crean una sensación de monotonía, rota sólo por la irrupción de algún animal salvaje (ciervo, zorro, comadreja, erizo) que cruza apresuradamente la carretera.
El fondo verde no es uniforme: en algunos momentos se interrumpe, dando paso a un paisaje lunar allí donde las máquinas taladoras han devorado poco tiempo antes una parte del bosque; en otros momentos, se altera repentinamente la frondosidad del bosque, al pasar de un sector de repoblación a otro y cambiar la edad de los árboles que se incorporan al paisaje.
En fin, bosques hay muchos en Suecia, pero pocos que sean vírgenes como este de Norra Kvill que fuimos a visitar.
El interior de un bosque tiene algo de acogedor, o sobrecogedor. La frescura de la humedad, el olor de la tierra y las plantas, los sonidos.. todo lo que accede a ti por los sentidos te habla de otro mundo, de otra existencia. O, al menos, así lo percibimos los galeotes de ciudad.
Aquí van algunas imágenes.
El camino:
La espesa cobertura de musgo y liquen:
Un pequeña laguna. El agua, omnipresente en Suecia:
Una seta, con la muerte escrita en su aspecto:
Parece un problema de la foto, y no lo es.. tan finas eras las hojas de esta especie de helecho, que incluso a la vista se difuminaban:
Y para terminar, los sonidos del bosque:
12 comentarios:
Estupendos los comentarios y las fotos. A mí el bosque me resulta más sobrecogedor que acogedor. Debe ser porque en la tierra donde vivo hay poco bosque, salvando quizá la zona del Parque de los Alcornocales. Lo mismo me ocurre con el agua, algo más ancho que el Guadalquivir ya me da miedo...
Hola Civilis.
Gracias por tu comentario. Eres un hombre Temeroso de la Naturaleza, por lo que veo... :-)
Me gustaron mucho las fotos como siempre, se antoja estar ahí y dar unas buenas respiradas hasta sacar todo lo sucio de los pulmones y renovarlo por airle limpio y fresco de ese lugar.
Esta increóble esa foto de los helechos, tocarlos supongo que será como tocar una pluma, y el lago ahí enmedio del verdor invita a echar una carrera y dejarse caer en el agua, aunque claro, se nota que el clima ahí no es precisamente cálido.
Muy bien por el reportaje y las fotos, como siempre, pienso que eres un afortunado como pocos de poder estar ahí siempre en los mejores lugares.
Un beso.
Excelentes las fotos, como siempre.
Coincido con Civilis de que hay algo de sobrecogedor en el ambiente del bosque y te digo que tus fotos transmiten claramente esa sensación.
Abrazo desde Buenos Aires.
Pues sí, recuerdo un viaje en tren Göteborg-Estocolmo en que el paisaje se volvía monótono (incluso para nosotros, que tan mitificados tenemos los bosques) Sobre esa sensación de peligro, inquietud, que tenemos ante un bosque "de verdad", recuerdo las clases de literatura medieval, en la que tantos textos construían el bosque como el lugar de lo mágico, lo misterioso e indescifrable del "libro de la naturaleza" escrito por Dios. Lanzarote y Ginebra, Tristán e Iseo vivieron su amor prohibido en bosques como los de tus fotos. Bss
Alucinante ese bosque y la delicadeza de los helechos.. Coincido con otros comentarios en que la descripción del lugar, las fotos y el sonido, te transportan por un momento al lugar.
Si algún día decido contar mi experiencia del "todo incluido", tendré que aportar una bachatita de fondo.;-) Es curioso, pero hasta en un concepto de viaje tan distinto se puede encontrar paz y tranquilidad.
Besos
Esteeee... ¿y los duendes? ;-P
Pues sí Myriam, para quienes vivimos en ciudades debería ser terapia obligatoria pasear por el bosque al menos una vez al mes. Y para quienes vivan en México DF, una vez a la semana.. :-)
Besos
Hola Roberto. Quizás no sea el bosque, sino la sensación de soledad o de aislamiento que tienes en el interior de un bosque. Quizás un náufrago tenga una sensación parecida en una isla desierta.
Un abrazo
Hola Luz María.. cierto, el bosque es un elemento muy literario; me acabo de leer "El sueño de una noche de verano", y allí aparece otra vez.
Pero claramente no es un invento de la literatura, sino una percepción del alma, que el bosque es mágico, misterioso, e indescifrable..
Besos
jaja Marina, por supuesto que debes contar tu experiencia en un todo-incluido, y por supuesto que debes explicar, pero bien explicado, que has encontrado en uno de ellos paz y tranqulidad.. ¿Acaso no has participado en las actividades lúdicas? ¿Acaso escuchaste un rato de silencio?
Besos
Ostrás Leve, ¡¡los duendes!! No caí en la cuenta, los debí pisar a todos... ups
Publicar un comentario