Desde hace una semana estamos de vuelta de Costa Rica. Próximamente subiré una entrada con fotos y (quizás) vídeos de allí, pero mientras reúno el valor suficiente como para lidiar con el editor de blogger en lo que a imágenes se refiere, va esta sencilla entradita introductoria con texto y una sola foto, que no habría de ocasionarme mayores quebraderos de cabeza.
Para viajar a Costa Rica pensamos inicialmente coger el vuelo directo de Iberia Madrid – San José. Pero en la época en que compramos los billetes se escuchaban rumores de huelga por el enésimo conflicto laboral de la compañía, por lo que buscamos alternativas para evitar quedarnos en tierra en el último momento; y encontramos la posibilidad de viajar con American Airlines vía Estados Unidos (a la ida con escala en Miami, y a la vuelta con escala en Dallas). Y a mitad de precio. Total, que nos fuimos con American.
El viaje a Estados Unidos tiene una mala fama injustificada. En el control de pasaportes se suele esperar un poco más de la cuenta por la cantidad de gente que hay, pero no porque el trámite sea tan temible como dicen. Te hacen una foto y te toman las huellas digitales, eso es todo.
Se ha perdido aquel cuestionario tan divertido que tenías que rellenar al aterrizar en Estados Unidos… aquellas preguntas tan entrañables sobre si pensabas asesinar al Presidente, o si habías sido un nazi feroz, o si te dedicabas al exterminio de poblaciones. Supongo que con el tiempo descubrirían que nadie marcaba nunca la casilla de SÍ, aunque fuese la correcta. Ahora hay que realizar un sencillo trámite por internet previo al viaje (la autorización de viaje “ESTA”), que ha puesto fin a ese antiguo interrogatorio tan comprometido...
Como dijo algún cómico, cuyo nombre no recuerdo, lo que resulta increíble de los aviones no es que esos cacharros puedan volar con todo lo que pesan, sino el número de personas que pueden llegar a meter en su interior. También he leído en algún sitio que el transporte de viajeros en avión incumple la normativa de la Unión Europea sobre las condiciones para el transporte de ganado vivo, y me lo creo.
Paradójicamente, no sólo no se obliga a nadie a introducirse en ese infame micro-espacio, sino que para poder acceder a tan codiciado privilegio el sujeto interesado debe antes superar una difícil prueba: el paso por el humilladero.
El sujeto en cuestión –inocente pretendiente a viajero- debe conseguir atravesar un detector de metales particularmente bien afinado, sin que un pitido acusador le denuncie como indigno de subir a un transporte ilegal de ganado. Para ello, no puede portar el menor rastro de metal que pudiera identificar su condición humana. El sujeto debe introducir TODAS sus pertenencias (las pocas que -por otra parte- tiene permitido llevar consigo en el avión) en una gran bandeja de plástico. Esto incluye nimiedades tales como moneditas, relojes, teléfonos, zapatos, o cinturones.
La prueba no sólo consiste en superar el detector de metales, sino también en ser capaz de hacer una cola y desplazarse unos cuantos metros caminando descalzo, agarrando con una mano una pesada e incómoda bandeja de plástico, y sujetándose los pantalones con la otra. La fila de penitentes ofrece una imagen chocante; y en el caso de algunos viajeros, verdaderamente lamentable.
Este paso por el humilladero debe cumplir una función muy bien estudiada, pienso: quebrar de antemano la dignidad de la persona, para que no monte en cólera al descubrir el espacio físico donde piensan dejarle encerrado durante toda la travesía del Atlántico.
El humilladero de Dallas disponía de la última tecnología en la materia. El chisme (desconozco su nombre, por lo que lo llamaré “analizador convectivo de positrones”, que suena muy moderno) que te revisa por dentro hasta los higadillos. Te metes en la máquina, alzas los brazos, y en tres segundos tienes incorporada para siempre a tu ficha cibernética la información sobre tu operación de apendicitis, tus clavos en el omóplato, el tatuaje que te hiciste aquélla noche loca de borrachera, y vaya usted a saber cuántas intimidades más.
Claro que, a cambio de todo lo anterior, puedes volar..
10 comentarios:
Pues... ¡qué linda se ve la estratósfera (o estratosfera...) con su cielo negro después de haber pasado por el humilladero!
En estos días pasé también por 'el humilladero' pero uno más sencillo porque era un vuelo nacional. Voy a escribir una entrada acerca de mi viaje. Un abrazo Víctor! ya quiero ver la entrada sobre Costa Rica.
Roberto, como bien dices, la foto está tomada alrededor del límite inferior de la estratosfera.. parece mentira que sea tan complicado llegar al espacio, porque en ese punto parece que está muy cerca ya.
Lo que se ve abajo es el Atlántico, a la altura de las islas Bermudas. Afortunadamente, no nos perdimos..
La denominación de "humilladero" es de Clara, no mía. Pero me la he apropiado porque hay confianza y tal :-D
Un abrazo
¡Hola Phy! Al preparar el viaje tuve en mente organizar una breve visita a tu país, a Cartagena. Pero al final no me cuadraban las fechas, y lo descarté. Luego en Costa Rica tuve contacto con colombianos, que me comentaron que resulta muy caro volar desde Costa Rica a Colombia. ¡Otra vez será!
No sé si podré subir muy pronto la primera entrada de Costa Rica porque los dos próximos fines de semana tengo planes, pero se intentará :-)
Un abrazo
Veo que has venido con la "batería cargada" porque la entrada ha sido divertida, amena e hilarante.
Representa un estado de tranquilidad. No se si después de unos días de vuelta al trabajo la realidad es otra ;)
En cualquier caso, como modesta aportación. En esos arcos detectores, cada X individuo, se activa el "pitido" aunque no haya pasado metal alguno.
Una especie de "cacheo al azar"
Un abrazo y esperamos esa entrada.
Jajajaja!
Con qué exactitud y gracia has reflejado la odisea. Menos mal que en unas vacaciones uno va con la ilusión de que lo que le espera al otro lado del charco va a merecer con creces pasar ese pequeño trámite. Y además, ya vas con el chip de que pocas cosas van a perturbar tu estado de felicidad.
La entrada de Costa Rica promete.
Un beso
Hola Ángel! jaja, no sé si con la batería cargada, ¡o con ganas de evadirme de la realidad!
No sabía eso del pitido aleatorio. Ahora me explico algunas veces en las que me parece IMPOSIBLE que pitara el chisme, y sin embargo, piiiiiiii, ¡lo hacía!
Un abrazo
Pues sí Marina. A mi me parece tontería tomarse esos trámites a la tremenda.. la gente que lo hace al final sólo consigue cabrearse y total pa ná..
Y eso, a ver si nos vemos pronto en la excursión que estamos organizando en tu blog ;-)
Besos!
Es muy bueno ese nombrecito de "el humilladero" jajaja, si, como que puedes experimentar por algunos minutos lo que deben sentir los delincuentes cuando los están examinando para ver si los meten a prisión jajaja.
Y tienes mucha razón, meten mucha gente en una sola nave y deveras que es un milagro que esa cosa no se vaya desarmando a trozos a medida que avanza por los cielos.
Ya estaremos esperando tus nuevos reportajes sobre tu visita a Costa Rica. En algo coincido contigo, el Blogger tiene que hacerse más amigable para subir las fotos y editar texto porque deveras que uno lo piensa más de una vez para hacer entradas, por el tiempo que demanda hacerlo.
Un abrazo y sigo al pendiente.
También a título introductorio: ¿Los mosquitos de Costa Rica eran de a metro? :-)
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