domingo, 29 de noviembre de 2009

Estambul. Santa Sofía


El monumento que más me gustó en Estambul fue, sin duda, la Basílica de Santa Sofía. Aquí arriba podéis ver el mosaico que decora el pórtico de entrada.

El edificio se construyó entre los años 532 y 537 de nuestra era. De los insólitos acontecimientos que dieron lugar a su construcción hablaba en esta entrada.

La basílica se usó como iglesia (ortodoxa griega) hasta que los turcos ocuparon la ciudad en 1453. A partir de entonces se pasó a utilizar como mezquita hasta el año 1935, fecha en la que fue convertida en Museo. Durante su época de mezquita, se construyeron los cuatro minaretes que la rodean.

Es un edificio que sorprende, en primer lugar, por su descomunal tamaño, teniendo en cuenta que fue construida en el siglo sexto.

En España podemos encontrar catedrales góticas muy grandes, pero se construyeron siete u ocho siglos después. En la época en que se edificó la Basílica de Santa Sofía, se encontraban los visigodos en España levantando las típicas iglesias románicas, encantadoras pero diminutas, como ésta de la foto (San Juan de Baños, del año 661):


Desde el exterior Santa Sofía no parece tan grande, por su forma pesada y achaparrada. Sólo los minaretes le dan un aspecto más esbelto:


Pero en el interior la cosa cambia. No pude hacer ninguna foto completa del recinto porque no había forma de abarcarlo en una sola imagen, ni siquiera con el objetivo a 18mm.

A continuación, una foto de la cúpula principal tomada desde la planta baja (efectivamente, había allí plantado un andamio para obras de conservación), y otra tomada desde la planta superior (en la cual se puede apreciar la enormidad del lugar, por comparación con el tamaño de los humanos -cuya altura no será mucho menor que el pórtico de la iglesia de San Juan de Baños-):



Seguidamente, algunos detalles que me llamaron la atención en el interior. La luz penetrando en la basílica:



Los mosaicos originales, bastante bien conservados:



Y, finalmente, una gatita que por allí andaba, observando estupefacta el trajín de los humanos:



sábado, 28 de noviembre de 2009

Alaska y los Pegamoides: "Bailando"

Le dedico a Myriam esta canción cantada por Alaska, una compatriota suya nacida en Ciudad de México (aunque lleva en España toda la vida).

El video tiene una calidad pésima, pero valga como documento histórico. La canción es del año 1982, de la época de "movida madrileña", de la cual constituye un buen ejemplo.

Visto el video con la perspectiva del tiempo, me chirría un poco la vestimenta punkie de los Pegamoides y el atuendo gótico (ejem...) de Alaska, con el sonido bailongo -al más puro estilo Toni Manero- de la música. Claramente, no cuadra.

En fin, así es como éramos... the way we weeeeeeeere


jueves, 26 de noviembre de 2009

Madness: "One step beyond"

Aquí os pongo la canción más conocida del grupo Madness. Se la dedico a Leve, pues hace más de tres meses le prometí que así lo haría "en unos días", y además se preocupa de que no queden entradas desangeladas en este blog. Va por uhté maehtra..!


domingo, 22 de noviembre de 2009

Una calle en La Granja (Segovia)

Más explicaciones de las necesarias...

sábado, 14 de noviembre de 2009

Un bar en Nueva York

Voy a recomendar un sitio para salir de noche en Nueva York. Efectivamente, para sacarle partido a esta recomendación no hay más remedio que ir a la ciudad… pero aquí la dejo, por si algún lector tiene la oportunidad de hacer el viaje; que tampoco es un destino tan insólito.

El sitio se llama 230 Fifth. Está situado en el número 230 de la Quinta Avenida, a la altura de la calle 27. El local ocupa la última planta y la azotea de un edificio de 20 plantas, por lo que cuenta con una parte cerrada y con otra al aire libre. La zona interior no tiene mucho misterio, salvo unas vistas espectaculares tras sus grandes ventanales. Más gracia tiene la azotea, donde te puedes tomar una copa al aire libre, escuchando de fondo el rumor de la ciudad, y sintiendo en la cara la misma brisa que acaba de pegar en las paredes del Empire State… ese edificio tan conocido que tienes ¡ahí enfrente!

Ni siquiera puede considerarse un sitio "exclusivo", o muy caro. En cuanto a lo primero, si bien se nota que el lugar tiene ciertas pretensiones, no me pareció que fuesen demasiado rigurosos con la vestimenta, aunque sí es verdad que las chicas iban más bien arregladas; recomiendo por lo tanto (sobre todo a ellas) no plantarse en la puerta del local con la misma ropa de turista con la que has estado todo el día recorriendo la ciudad.

Y por lo que se refiere al coste, a mí me pareció incluso barato si nos atenemos a la relación calidad-precio; especialmente si lo comparamos con lo que tenemos en Madrid, donde te pueden cobrar 10 Euros por una copa en cualquier antro asqueroso de mala muerte. En este sitio que comento no cobran entrada, y las copas costaban alrededor de 15 dólares (equivalentes a esos mismos 10 Euros), pero en lugar de confinarte en una ratonera oscura sin salidas de emergencia, te ofrecen vistas directas al Empire State. Mismo precio, mejor servicio.

lunes, 9 de noviembre de 2009

domingo, 8 de noviembre de 2009

Orhan Pamuk: "Estambul. Ciudad y recuerdos"



Hace ya varios meses me leí “Estambul”, de Orhan Pamuk. Quise comentar el libro entonces, como complemento a las entradas que he puesto (y seguiré poniendo) con fotos de esa misma ciudad, pero lo fui dejando… dejando… y ahora ya he olvidado gran parte de su contenido. Escribiré al menos las ideas esenciales que me dejó el libro, antes de que también éstas se me olviden.

No me pareció un libro que te pueda enganchar por si mismo si no te interesa particularmente la ciudad de Estambul. Por lo tanto, no se lo recomiendo a quien se encuentre en ese caso.

En cambio, si has estado en Estambul, o si planeas visitarla, resulta una lectura tremendamente aconsejable, pues te ayuda a entender la ciudad mucho mejor.

Y es que la descripción que se hace de la ciudad en el libro no coincide con lo que ven tus ojos de turista.

Como quiera que no puedes negar la pertinencia de la descripción que un estambulita como Pamuk realiza de la ciudad que ha habitado durante años, pero tampoco puedes obviar lo que ven tus ojos aunque sea en sólo cuatro días, constatas el peso del tiempo en la percepción de una realidad… el resultado tan distinto que producen la visión diacrónica de Pamuk, y la visión sincrónica del turista. Porque Pamuk ve el tiempo, y el turista no.

¿Qué ve el turista? Una ciudad luminosa, llena de colorido en sus tiendas y mercados, rodeada por el azul del cielo y el azul de ese mar tan visible desde muchos puntos de la ciudad.

Pamuk, en cambio, siente que Estambul es una ciudad blanca y negra. No recuerdo exactamente por qué motivo la ve así, pero sí que era una sensación adquirida en la infancia y nunca perdida.

¿Qué ambiente percibe el turista en la ciudad? Alboroto, prisas, estrés… pero también un punto de alegría.

Pamuk, por el contrario, nos dice que la palabra que mejor define a Estambul es “amargura”. Y lo dice porque ha sido testigo de cómo, a lo largo del tiempo, la ciudad iba perdiendo rasgos que él estimaba esenciales en ella, imprescindibles.. como, por ejemplo, los antiguos edificios de madera, quemados y sustituidos por construcciones de hormigón de pésima calidad y peor estética.

El turista ve lo que hay (lo que queda), y le gusta. Pamuk piensa en lo que había, y se le cae el alma a los pies.

En cuanto relato del sentimiento de pérdida de una ciudad (o de un país), de lo que algo pudo ser y no ha sido, el contenido del libro sí resulta extrapolable más allá de Estambul, a otras tristes realidades.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Los animalitos de los bosques de Valsaín

Aquí viene mi intrépido reportaje (a lo Félix Rodríguez de la Fuente) sobre la fauna que nos encontramos paseando por los bosques de Valsaín. Pongo las fotos en el mismo orden en el que se nos aparecieron los animales.

Para empezar, vimos una perdiz. Estuvo un rato correteando por campo abierto delante de nuestras narices; en cuanto saqué la cámara se debió pensar (la muy cegata) que sacaba una escopeta, porque inmediatamente se ocultó tras un matojo (momento en el que tomé la foto) y acto seguido echó a volar:

Seguidamente empezó a trazar círculos sobre nuestras cabezas un buitre negro (no sé si nos vería mala cara, o qué):

A continuación nos encontramos una ardilla. Se notaba que no estaba muy acostumbrada a los humanos (como las de los parques), porque se escapó enseguida. No obstante conseguí hacerle una buena foto, que pongo aquí por duplicado (a tamaño natural y ampliada, para que se vea bien tanto el entorno, como al propio animal y la piña que se estaba comiendo):



Esto es un cuervo:


También vimos un pájaro carpintero, perteneciente a la subespecie que vive por aquí (Dendrocopus major hispanus), de color muy distinto al ejemplar que fotografió Roberto Vieytes. Éste se parece más al pájaro loco de los dibujos animados, por el penacho de plumas rojas que adorna su cabeza.


Y finalmente, nos cruzamos con una feroz mariquita:


domingo, 1 de noviembre de 2009

Otoño en Valsaín

Hace ahora justo un año (¡un año ya!) colgué una entrada a la que llamé “Otoño en Berlín”. Parafraseando aquel título, cuelgo hoy esta otra entrada, de contenido mucho más local pero no mucho menos bonito.

Las fotos están tomadas el sábado pasado en la sierra de Madrid. Con el nombre de “sierra de Madrid” se designan comúnmente (en Madrid) unas montañas situadas a unos 50 Km al norte de la ciudad, que separan la Comunidad de Madrid de las provincias de Ávila y Segovia.

Por varias razones, la sierra constituye un destino habitual para muchos madrileños: es fácilmente accesible por carretera o tren; es sencillo caminar por ella, pues existen numerosos caminos ¡hasta una calzada romana!; se puede hacer montañismo sin jugarse la vida (para que os hagáis una idea, al pico más alto -Peñalara, de 2.400 metros- se puede subir y bajar sin problemas en una mañana; la primera vez que lo subí fue con 10 años, en una excursión del colegio); cuenta con unas pequeñas pistas de esquí en invierno; y hay muchos pueblos en la zona donde se puede comer.

Nosotros solemos ir a la zona de Valsaín y La Granja, en la vertiente segoviana. Os enseñaré el lugar con algunas fotos. Esta primera que pongo a continuación está tomada subiendo por el lado de Madrid. En ella se puede apreciar bien la disposición de la vegetación: las zonas altas están pobladas de una especie de pino conocido aquí como “pino de Valsaín”, y que es el “pino albar” o “pino silvestre” (es un pino propio de climas fríos que en España sólo se encuentra en las montañas; es más grande y más oscuro que el típico pino piñonero que encontramos en el resto de la Meseta y el Mediterráneo). En las zonas bajas crecen árboles de hoja caduca: robles, castaños, y unas pocas hayas, entre otros.


De esta forma, en las zonas de altura intermedia (como lo es el pueblo de Valsaín), se mezclan árboles de hoja perenne (pino), con árboles de hoja caduca (los demás), circunstancia que produce paisajes espectaculares en otoño.

Aquí vienen un par de fotos tomadas en Valsaín. Por cierto, que sepáis que por estas praderas y pinares se rodó una famosa película, la primera interpretada por Gobernator: “Conan el Bárbaro”.



Os planto aquí, sin más literatura, algunas fotos. La primera es del propio camino que recorrimos, y las siguientes de lo que nos fuimos encontrando.








Y para terminar, lo más importante de todo. Esto es lo que se hace en la sierra después de darte el paseo: tomarte una cervecita en una terraza, respirando aire puro y mirando el panorama.


También fotografié algunos bichitos salvajes que nos cruzaron por el camino. Os vendrán a saludar una próxima entrada.