Este video no es ninguna novedad, pues en estos días ha salido en todas las televisiones y en todos los periódicos digitales. Pero sí es una novedad lo que muestra: un político (Ministro de Economía en Suiza) capaz de sufrir un ataque de risa ante lo soberanamente aburrido que resulta el texto que está leyendo. Un político que parece una persona normal, y no como esos ridículos autómatas, impostados y repetitivos, que nos han tocado aquí en suerte.
Un poco de buena música para la mañana del domingo..
Este video contiene unas imágenes de La Habana que son muy interesantes porque reflejan perfectamente la realidad, la misma realidad que pudimos conocer en agosto de 2008. Aprovecho para desempolvar la entrada que entonces escribí, de la cual este video resulta un buen complemento.
Se puede acceder a todos los ejemplares publicados a partir del día 1 de febrero de 1881. Con excepción de los lunes, pues, según parece, ese día de la semana no salía el periódico antiguamente.
Lo primero que se le ocurre a uno es comprobar qué se publicó el día de su nacimiento... aunque para saber qué pasó ese día, hay que acceder al periódico del día siguiente, claro.
El sábado de la semana pasada se celebró en Madrid la “Noche en Blanco 2010”, y salimos a curiosear un poco… a ver qué era eso exactamente.
Os cuento algunos antecedentes, para los lectores de fuera. La “Noche en Blanco” es un movimiento que se inició en París en el año 2002. En esencia, pretende dejar abierta la ciudad durante toda una noche y que los ciudadanos se la pasen sin dormir, en blanco. Se cortan al tráfico las avenidas principales a fin de ganar la calzada para los peatones, se organizan actividades lúdicas por todas partes, y se dejan abiertos los museos. En Madrid se empezó a celebrar en el año 2006. Se calcula que este año han salido a la calle 700.000 personas (no está mal, para una ciudad de 3 millones de habitantes).
No nos habíamos animado a ir hasta ahora, pero este año hemos vencido la pereza y nos hemos acercado. El ambiente nos ha sorprendido muy gratamente. Hay tanta gente como en cualquiera de esas manifestaciones gigantescas, pero sin que exista unidad de propósito en la muchedumbre… esto es, cada persona hace el recorrido que le da la gana y se detiene ante las actividades o en los museos que mejor le parece.
Nos dimos una vuelta considerable (Gran Vía, Callao, Sol, zona de Huertas, y la Castellana desde Neptuno hasta Colón). Todas esas calles habían sido peatonalizadas y se encontraban repletas de gente, pero sin llegar a resultar agobiante. En Cibeles se habían instalado unos grandes altavoces, y allí estaba la gente bailando al son de la música en plena plaza.
Pasando junto al edificio del Congreso escuchamos una grabación en la que sonaba una voz hablando con acento mexicano. Inmediatamente me vino a la cabeza nuestra amiga Myriam y se me despertó el conocido instinto del bloguero… nos acercamos a mirar, y vinos que sobre la pared de un edificio (que resultó ser la embajada de México, cuyo emplazamiento ignoraba hasta ese momento) lucían tres colores (rojo, blanco y verde) al tiempo que se proyectaba un audiovisual relativo al bicentenario de la independencia de México.
Le pedí a Clara (responsable oficial de grabación y montaje de videos para este blog, como sabéis) que grabase un poco la escena y el propio ambiente de las calles. Lo que sale en el video es una buena muestra de la noche en blanco: un grupo de personas prestando atención a la concreta actividad que se desarrolla en ese lugar, y el resto paseando simplemente por la calle.
Eso sí, o se sale cenado de casa, o se tiene paciencia para cenar fuera, porque tooooodos los restaurantes y terrazas de estaban a reventar. Crisis, ¿what crisis?
He estado ausente del blog algunos días más de la cuenta por razones ajenas a mi voluntad. Me he visto abducido por otra red social, una red que recibe el nombre de dura realidad. El ataque combinado de varias tribus de pieles rojas me ha convertido, durante unos días, en repartidor de bofetadas con dedicación exclusiva. Afortunadamente, parece que se retiran y vuelve la calma..
La gente me para continuamente por la calle para preguntarme cosas: que qué hora es, que dónde está la calle Tal, que por dónde se va a la avenida Pascual, que si voy bien para el cine Tomacastaña, etc… Me tienen frito.
Ignoro el motivo de este acoso. No sé si es un problema de la gente (que sale de su casa sin la información necesaria para llegar a su destino inmediato, con la secreta intención de sonsacársela al primer viandante desprevenido que se cruce en su camino), o un problema mío, que doy pie a tanta preguntita. Sospecho que ocurre esto segundo: que debo tener aspecto de enteradillo por culpa de las gafas. Seguro que es eso.
Entre mi séquito de preguntones –en un número estadísticamente desproporcionado- se encuentran muchos turistas extranjeros. Debo llevar escrito en la frente que chapurreo el inglés. ¿O será también cosa de las gafas?
Hace un par de días pasaba por la estación de metro de Chamartín. Me abordó un hombre de unos cincuenta años, que arrastraba una enorme maleta azul y olía un poco a tigre. Según se me acercaba imaginé que era un francés despistado, recién llegado en el tren de París.
Preguntón (hablando un mal español, con un acento portugués que me sorprendió): Por favor, ¿me puede decir cómo llegar al aeropuerto en metro? Víctor: Coja usted la línea 10 hasta la estación de Nuevos Ministerios. Allí cambie a la línea 8, que le lleva directo al aeropuerto. P: Muy amable, obrigado. V: De nada.
Pero la despedida no fue todo lo definitiva que me hubiera gustado; al poco rato se me acerca el mismo hombre de nuevo.
P (mostrándome el plano del metro, que conozco de memoria): Mire, hay dos paradas de metro en el aeropuerto, ¿en cuál debo bajarme? V: Depende de la terminal desde la que salga su avión. ¿Sabe usted cuál es? P: No. V: ¿Usted dónde va? (esta pregunta no era la correcta; lo hubiera sido hace unos años, cuando existía una terminal internacional y dos nacionales… pero una vez lanzada al aire, sólo me quedaba esperar la respuesta). P: A Brasil. V: ¿Con qué compañía? (esta segunda pregunta era la correcta, pues hoy en día cada compañía embarca a sus pasajeros en una de las cuatro terminales; pero la pregunta, además de correcta, era muy aventurada, porque lo único que tengo claro es que Iberia sale de la T-4… confiaba, pues, que me contestara “Con Iberia” P: Con la TAP. V: Emmmmm…ejem… verá usted, cada compañía sale de una terminal distinta. No sé de dónde sale la TAP. Tendrá que preguntar en el aeropuerto. P: Bien, obrigado. V: De nada. Buen viaje.
Según se alejaba de mi, pensé: esto ya es lo que me faltaba.. que un tipo me pida indicaciones para llegar... ¡a Brasil!
La conversación me creó una serie de preocupaciones posteriores que me distrajeron temporalmente de mi libro. ¿No sería la TAP socia de Iberia? ¡¡En ese caso saldría probablemente de la T-4!! Pero… ¿será posible que la TAP, una compañía aérea portuguesa, tenga un vuelo de Madrid a Brasil? ¿No me habrá dicho TAM, la compañía brasileña, y lo he entendido mal?
Preguntón, en cambio, no tiene preocupaciones. Gracias en gran parte a mis indicaciones, el hombre estará a estas horas paseando tan tranquilo por la playa de Itapua, chupando una cachazita, a veces bebiendo un agua de coco, con la mirada perdida en el encuentro de cielo y mar, bien despacito, sintiendo toda la tierra rodar.