lunes, 8 de septiembre de 2008

Una reflexión sobre Cuba

La situación que nos encontramos en Cuba, descrita en entradas anteriores, resulta demasiado insólita como para no pararse a pensar un poco en sus causas. Estas causas son, evidentemente, de tipo político, lo que automáticamente convierte el tema en un asunto espinoso. Normalmente me guardaría mis pensamientos y no me metería en berenjenales, pero bueno, voy a compartirlos con todo el mundo ya que me ha dado por hacer este blog, ¿de eso va el asunto, no?

Evidentemente, no pretendo ser depositario de la Verdad Revelada, si alguien no está de acuerdo conmigo y se anima, que escriba su comentario. Al final colocaré unas cuantas fotos más de La Habana, a la que puede acceder directamente quien desee evitarse un rollo macabeo.

Por muy individualista que uno sea, es obligado reconocer que los humanos somos un tipo de animal social, que por naturaleza tiende a agruparse con otros de su especie (en familias, ciudades, países, etc…). Más aún, es evidente que todo el progreso producido desde que nuestros antepasados vivían en las cavernas, responde a precisamente a la división del trabajo o reparto de funciones que únicamente permite la vida en sociedad.

Elemento imprescindible o definidor de esta vida en sociedad es la existencia de un conjunto de normas que regulan su funcionamiento. La parte de esas normas que se refiere al ejercicio del poder público, constituye el sistema político.

En mi opinión, en esta materia se ha producido una clara evolución histórica que, muy simplificada, sería la siguiente: en un momento inicial, las sociedades se encontraban dominadas por un líder absoluto, incluso deificado, que ostentaba un poder total sobre sus súbditos; posteriormente surgen las primeras normas políticas, que si bien son promulgadas por el poder absoluto a su entera satisfacción, al menos reducen la arbitrariedad en su ejercicio y permiten a los súbditos saber a qué atenerse; y finaliza el proceso con la liquidación del poder absoluto (mediante la división de poderes, que se controlan recíprocamente), y el reconocimiento de unos derechos y libertades individuales a las personas que éstas pueden oponer incluso frente a dichos poderes públicos. Este último y transcendental paso no fue inmediato, sino resultado de un largo camino que comienza con la revolución inglesa de 1642, sigue con la revolución americana de 1776, y termina con la revolución francesa en 1789. De este modo llegamos, en el siglo. XIX, al sistema que podríamos llamar “democracia liberal capitalista”, que hoy en día es común en los países ricos.

El desarrollo económico y la libertad de pensamiento alcanzados en el siglo XIX (gracias a la democracia liberal) favorecieron un gran progreso científico en todos los órdenes, también en el mundo de las ciencias políticas y sociales. De forma casi simultánea, Charles Darwin elaboró su teoría sobre la evolución de las especies, y Karl Marx la teoría política que a la que luego hemos conocido como marxismo.

En esencia, y según interpreto yo el asunto, Marx encontró insatisfactoria la democracia liberal capitalista porque consideraba que provoca desigualdades injustas entre los ciudadanos; e intenta desarrollar, de forma científica, un sistema alternativo que no genere tales desigualdades. Para ello, considera que debe recuperarse la figura del poder absoluto, y desde ese poder implantar un régimen en el que cada ciudadano aporte según su capacidad, y reciba según sus necesidades.

Sobre el papel, ese planteamiento persigue unos fines muy loables, eso es evidente. Pero parte de una postura a mi juicio demasiado atrevida, casi arrogante, como es la de creer que un sistema político ideado por una persona en su escritorio, por muy elaborado teóricamente que esté, pueda, sin más, sustituir satisfactoriamente a un sistema que había nacido tras un largo y complejo proceso de decantación histórica.

El sistema ideado por Marx contiene al menos dos premisas básicas que, una vez fueron aplicadas en la práctica, demostraron de forma inmediata el enorme peligro que encerraban: a) la existencia de un poder absoluto incontrolado, y b) la atribución de toda iniciativa (económica, política, social) a ese mismo poder absoluto a través de la planificación del Estado, iniciativa que se detrae de los individuos. La primera premisa exige la eliminación física de los individuos que no estén dispuestos a someterse, ya sea encarcelándolos o matándolos. Y la segunda, suprime la posibilidad de que las personas obtengan cualquier beneficio que derive de su propia actuación individual.

Los efectos perniciosos de la primera premisa no se advierten por el turista ocasional, que va de vacaciones y no tiene intención de meterse en líos con nadie, y menos con el poder establecido. Por mi parte, no advertí en Cuba un especial temor de la población hacia la policía, sin duda porque el régimen cubano no es ni ha debido ser nunca de los peores (la relajación y flexibilidad latinas tendrán mucho que ver, seguro). También en esto hay grados, no es lo mismo Cuba que, por ejemplo, Camboya, donde los jemeres rojos mataban a la gente por saber idiomas o por llevar gafas.

Las consecuencias de la segunda premisa, en cambio, son mucho más evidentes. El ser humano, como cualquier otro animal de este planeta, lleva escrito en los genes el deseo de sobrevivir y de mejorar en cada momento su situación individual. Este impulso es inmanente a los seres vivos y es clave en la misma evolución de las especies, por lo que querer suprimirlo resulta una pretensión verdaderamente descabellada; y si se pudiera conseguir, desnaturalizaría por completo al ser humano.

Consciente, probablemente, de que esto es así, el marxismo aboga por la creación del “hombre nuevo”, que mediante el adecuado adoctrinamiento interiorizará el principio de pensar por y para el grupo, y nunca en si mismo. Lo cual es otra pretensión absurda, que curiosamente acerca el marxismo a la teoría del “creacionismo”, opuesta a la teoría de la evolución que Darwin desarrollaba de forma coetánea.

Al final, el “hombre nuevo” no termina de nacer, y lo que ocurre es el que el “hombre de toda la vida”, que ve cerrada toda posibilidad de mejorar su situación personal por medio del trabajo (ni va a ganar más, ni va a poder modificar el puesto que el poder le tiene asignado en la sociedad), intenta mejorar su situación de la única forma que tiene a su alcance: dejando de trabajar (a igualdad de ingresos, cuanto menos trabaje más rentable le sale su esfuerzo).

Cuando un país lleva cincuenta años bajo ese mismo sistema, el resultado no puede ser diferente al que vemos en Cuba: no trabaja prácticamente nadie, por lo que el país no produce apenas nada. Ni alimentos, ni bienes, ni servicios, nada de nada.

Dentro de Cuba, la evidente parálisis económica del país se achaca oficialmente al “bloqueo” estadounidense. Proliferan por todas partes carteles que llevan escritos eslóganes del tenor “45 minutos de bloqueo equivalen a una escuela pública”, con diferentes formulaciones (para hacerlos distintos unos de otros, cambian el tiempo y el beneficio del que se ven privados los cubanos -un hospital, creo recordar, equivalía a dos días de bloqueo, otras cosas menos tiempo, etc…-).

Como todo el mundo, había oído hablar del “bloqueo” (o “embargo”, como se conoce en Estados Unidos), pero no me había preocupado de averiguar exactamente en qué consistía. A raíz de esta visita a Cuba he intentado enterarme algo más del asunto para comprobar si efectivamente puede haber sido la causa de la situación económica del país, pero no ha sido una tarea fácil. Si buscas información en internet encuentras muchas páginas “de combate” contra el “bloqueo”, que no dan muchos datos; así que he intentado irme directamente a las fuentes legislativas, pero las leyes norteamericanas que lo regulan son complicadas, con frecuentes remisiones a otros textos, por lo que no me ha quedado completamente claro su contenido (necesitaría más tiempo, igual en otro día se lo dedico).

Lo que he averiguado del asunto, y aquí os cuento, es lo siguiente: el embargo (emplearé el término “embargo” porque me parece más exacto, la expresión “bloqueo” pretende transmitir la idea de que hay una flota naval americana rodeando la isla, y no es así) comenzó en época de Kennedy, al poco tiempo de la revolución de Castro, y consistió inicialmente en prohibir a las empresas estadounidenses comerciar con Cuba. Fue una respuesta a la expropiación de bienes que sufrieron los ciudadanos y empresas norteamericanas en Cuba.

A raíz de esa medida se produjo, claro está, la desconexión económica de Cuba con Estados Unidos (hasta ese momento, países muy vinculados), pasando Cuba a relacionarse comercialmente sobre todo con los países del bloque comunista. En ese primer momento, el embargo indudablemente tuvo que suponer un gran problema para Cuba, pero una vez superado el golpe inicial y garantizado el aprovisionamiento de bienes a través de otros países, no veo que el embargo pudiese afectar demasiado a la economía cubana.

Cuando se desmoronó el bloque comunista, Estados Unidos reforzó el embargo con la intención de dar la puntilla al régimen cubano, lo que se efectuó con la denominada “Ley Torricelli” en 1992. Unos años después, en 1996, se le dio otra vuelta de tuerca al embargo con la “Ley Helms-Burton.”

En su formulación actual, el embargo consiste en lo que sigue a continuación (admito cualquier matización o rectificación, no tengo la seguridad de que sea absolutamente exacto lo que voy a decir por las razones antes expuestas):

1º.- Estados Unidos exige una licencia especial (otorgable sólo en casos excepcionales) a las empresas norteamericanas para que exporten bienes a Cuba, o los importen desde Cuba. Para la empresa que exporte o importe sin licencia, multazo al canto. Esta era la medida inicial de Kennedy.

2º.- Estados Unidos condiciona la concesión de ayudas económicas directas por su parte a terceros países, a que esos países beneficiarios no concedan ayudas a Cuba. Se exceptúa la donación de alimentos a Cuba (siembre que no se haga través de su gobierno, sino de ONGs), y la donación de medicinas o equipos médicos. Esta medida llegó con la Ley Torricelli, y estaba pensada para que los países del antiguo bloque comunista recién emancipados no ayudasen a su antiguo socio comercial que era Cuba (si no querían perder las ayudas americanas, de las que empezaban a ser posibles receptores).

3º.- Estados Unidos permite que sus ciudadanos y empresas que fueron expropiados durante la revolución cubana, puedan demandar en Estados Unidos a las empresas de cualquier país que comercien de algún modo con los bienes que fueron objeto de expropiación. Esta medida, acusada de extraterritorialidad, fue introducida por la Ley Helms-Burton, y trata de conseguir que no se perjudique la posición jurídica de los expropiados americanos con la transmisión posterior de sus antiguos bienes a terceros.

Pero no he visto en ningún lado que Estados Unidos adopte medidas de ninguna clase (como por ejemplo, excluirlas de su mercado) contra empresas no americanas que comercien con Cuba, siempre que ese comercio no afecte a bienes de los que fueron expropiados los ciudadanos o empresas norteamericanas. Si existiese una medida de este estilo efectivamente sería bastante perjudicial para Cuba, pues obligaría a la empresas a elegir entre uno u otro mercado (y Cuba saldría naturalmente perdiendo), pero no es el caso (yo, al menos, no he visto que así sea).

No pienso que las tres medidas anteriormente enumeradas puedan afectar demasiado a un país ya desvinculado económicamente de Estados Unidos. De forma que no creo que la actual situación económica de Cuba obedezca al embargo norteamericano, sino a la ineficacia de su sistema político-económico, ineficacia que se ha puesto de manifiesto al perder Cuba las ayudas que recibía del antiguo bloque soviético, fundamentalmente a través de productos que le eran vendidos a precios de transferencia, por debajo del valor de mercado.

En mi opinión, aunque el embargo está ideado (según manifestación expresa de las propias leyes que lo regulan) para derribar al régimen cubano y posibilitar una transición democrática en la isla, el efecto que provoca es justamente el contrario. Es más, sería más fácil conseguir ese objetivo declarado cuanto más se abriese el país a la influencia exterior, y la mejor forma de lograrlo sería mediante el comercio. Así que pienso que el embargo debería levantarse.

De todas formas, no creo que el levantamiento del embargo fuese a tener ninguna repercusión en la isla, pues el problema de Cuba, estrictamente endógeno, es la ausencia de bienes y capitales con los que comerciar, así como la persistencia de un régimen jurídico que no debe proporcionar ninguna garantía a eventuales inversores de capitales.

Ahora bien, y ya para terminar, no sería justo, ni acertado metodológicamente, comparar a Cuba con Estados Unidos o Europa, ni exigirle un nivel de desarrollo equivalente al de estos países. A Cuba hay que compararla con los países semejantes de su entorno (estoy pensando en los países de Centroamérica y del Caribe; no en México, que por su tamaño y población es sustancialmente distinto a Cuba).

Lo que vemos (desde fuera) en todos o casi todos los países del entorno, es que un puñado de familias inmensamente ricas controlan todo el poder político y económico del país, mientras que gran parte de la población vive en la indigencia. Formalmente esos países se califican a si mismos (y son calificados también por sus enemigos políticos) como democracias liberales capitalistas, pero no pienso que realmente lo sean. El nombre de las cosas es un simple cascarón, lo importante es siempre el contenido. Y si en esos países no existe un control efectivo del poder público, ni se reconocen en la práctica los derechos y libertades individuales de las personas, especialmente de las más desamparadas, ni existe una economía de mercado que favorezca las opciones más eficaces y promocione a las personas por criterios de mérito con independencia de su origen, pues entonces no son verdaderas democracias liberales; serán sistemas feudales, o cualquier otra cosa.

Si no es posible establecer una auténtica democracia liberal en la isla, y la única alternativa al sistema cubano es, necesariamente, un sistema político semejante a los que proliferan en su entorno, entonces pienso que los cubanos están mejor como están, sinceramente. En Cuba no hay ricos y pobres, todos son pobres, pero seguramente su situación individual sea mucho mejor que la que deben padecer los ciudadanos pobres de los países que la rodean.

De hecho, no me dio la impresión de que el pueblo cubano esté deseando que las cosas cambien. Claro que les gustaría que hubiese más comida en las tiendas, o poder disfrutar de más bienes o servicios, pero tienen la convicción de que el régimen actual les garantiza unos servicios públicos mínimos en educación, sanidad, etc… que podrían desaparecer rápidamente en caso de que el régimen cambiase. Pienso que son conscientes de que ahora pueden sobrevivir con relativa facilidad sin necesidad de trabajar prácticamente nada, y temen -con razón- que un cambio les complicase mucho la vida a corto plazo.

De todas formas, esta última conclusión también es muy discutible. Si Cuba fuese realmente el mejor lugar donde pueden vivir los pobres de la región, no habría tantos cubanos que quisieran escapar del país. Antes al contrario, existiría una fuerte presión migratoria por parte de los pobres de los países del entorno para entrar en Cuba… y sin embargo, ¿a dónde quieren ir todos? No es a Cuba, sino a Estados Unidos… Igual que los animales, preferimos la libertad de la selva a la seguridad del zoo.

En fin, que una reflexión sobre Cuba no termina con respuestas, sino con más preguntas que al principio… Ya digo, es un país interesante, hay que ir a verlo…

Bueno, vamos a las fotos, que hoy os he metido un buen ladrillo, parezco Fidel.

Tienda donde se compran productos básicos con la cartilla de racionamiento. Se llaman "bodegas", y por lo que nos dijeron suelen estar casi vacías.


Mercado agropecuario, más abastecido, donde la gente del campo trae comida y la vende por su cuenta, aunque siempre a precios fijados por el Estado.

Monumento a José Martí. A su pie, la tribuna desde donde Fidel Castro, en sus buenos tiempos, propinaba discursos de siete horas a la multitud reunida en esa Plaza de la Revolución.

Edificio del Ministerio del Interior, justo enfrente del monumento anterior. El corazón del régimen.


El adoctrinamiento político en las calles es permanente...


Pero en cualquier momento, aunque te encamines hacia un lugar apolítico, te recuerdan que la lucha continúa. Desde que eras un joven pionero.


La parte divertida de las dictaduras es su inagotable capacidad para retorcer de forma patética la interpretación de cualquier hecho para adaptarlo a sus necesidades ideológicas, creyendo que nos consiguen engañar. El párrafo que aparece en la foto siguiente, tomada en el Museo de la Revolución, es un buen ejemplo. El dictador al que derrocó Castro en 1959, llamado Batista, es el malo malísimo de toda la historia. Algún tipo de pacto debió alcanzar en algún momento con la izquierda política -desconozco cuál sería-, pero muy grave tuvo que ser para que lo justifiquen con este razonamiento tan alambicado:

Los contrastes de Cuba... Aquí os presento a la guardia que vigilaba la puerta del Museo de los Capitanes Generales. Mucho ojito con la autoridad....



En el Museo de la Revolución tienen esta curiosa composición del Ché y Camilo Cienfuegos saliendo de la maleza. La figura del Ché se ha convertido en el producto de merchandising por excelencia, no hay lugar donde no vendan un objeto de cualquier clase con su imagen. Todavía no he visto la película, pero ya sé algo que en Cuba no les va a gustar nada: que se titule "Ché, el argentino". El Ché se nacionalizó cubano, e insistían mucho en su cubanidad.



El edificio de la foto es la Oficina de intereses de EEUU en La Habana, que hace las veces de embajada. Aquí mantienen una pequeña guerra: los americanos ponen mensajes contra el régimen cubano en un cartel luminoso instalado en la fachada del edificio; y los cubanos, a cambio, les colocan enfrente un bosque de banderas negras que ocultan los mensajes y, de paso, les quitan a los americanos una magnífica vista al mar. El día que pasamos ni había mensajes americanos, ni había casi banderas negras. Se estarían tomado todos un descanso.

Para terminar, una foto muy ilustrativa de la situación de Cuba. En medio de una ciudad casi en ruinas, reluce una pared donde se ha escrito la frase "La moral de la revolución está tan alta como las estrellas. Fidel."
Me viene a la memoria otro eslogan, usado en Alemania en la fase final de la última guerra: "Unsere Mauern brechen, aber unsere Herzen nicht"; o lo que es lo mismo, "quiebran nuestros muros, pero no nuestros corazones."


4 comentarios:

Myriam dijo...

Muy interesante tu disertación y todos los datos que mencionas, me da gusto que expreses tu opinión tan abiertamente pues a veces pudiera suceder que algún tercero no esté del todo de acuerdo pero lo importante, como dices tu, es saber que el blog es un foro donde uno tiene libertad de decir lo que quiera y, en este caso, los temas políticos siempre suelen ser escabrosos pero resulta muy ilustrativo todo lo que comentas en tu reflexión.

Algo de lo que más me llamó la atención de las fotos que acompañan tu entrada, es la bodega donde dicen vender productos básicos, yo la verdad es que si me traumaría si fuera a conseguir comida a un lugar así. No es por menospreciar el sistema, pero no estaría de más que si llega a visitar tu blog y leer esta entrada algún ciudadano de Cuba, nos contará como se ven las cosas "de adentro hacia afuera" y ver si coincide contigo en esa teoría de que quizá para algunos es mejor "malo conocido, que bueno por conocer", claro que habría que ver si para ellos es realmente mala esa situación como nos podría parecer a algunas personas que no somos de ese lugar.

En fin, me encanta que nos hayas compartido tu valiosa percepción de tu experiencia en ese país y me encantó el párrafo donde concluyes que todos preferimos la libertad de la selva que la seguridad del zoológico, eso estuvo muy bien porque es muy cierto.

¡Te envío muchos saludos!

Víctor dijo...

Gracias Myriam por haber hecho el esfuerzo de leer la entrada, pienso que me quedó demasiado larga. Me alegro de que al menos te haya resultado de interés.

Está claro, opiniones políticas cada uno tiene la suya, casi siempre condicionada por su situación personal (y por tanto, con escaso valor objetivo o general). Mi intención no era hablar de política sino de Cuba, pero es que en Cuba la política es omnipresente, no se puede hablar de una sin hablar de la otra.

Hace unos días he localizado un blog hecho desde Cuba que tiene buena pinta, pero no he tenido tiempo todavía de leerlo despacio. Te lo paso:

http://www.desdecuba.com/generaciony/

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Mis felicitaciones Víctor, has hecho una reseña muy bien documentada, y eso habla muy bien de tí y tu opinión sustentada en investigaciones hasta donde se ha sido posible.
Coincido contigo en que el ser humano necesita saber, que lo que hace lo hace por placer y con la convicción de que cada acto suyo le traerá mejoras en conocimiento y en calidad de vida. Cuando te tienen prisionero aunque sea en un palacio, no dejara de ser prisión. Y el ser humano prefiere los retos de la vida que le hacen sentir vivo y capaz de lograr algo nuevo.
No se que estudias, pero creo que si la humanidad esta en manos de jóvenes como tú, el cambio será a favor de la humanidad en un alto porcentaje.
Mis felicitaciones

Víctor dijo...

Gracias por tu comentario tan elogioso Celia. No sé si soy ya joven, en cualquier caso me gusta que me lo digan...

Sobre la humanidad... creo que está siempre en manos de los mayores, lo que tienen los jóvenes en sus manos es una promesa de "futuro", que sólo será algo real ¡cuando ellos sean mayores!.