jueves, 28 de agosto de 2008

Tesoros sumergidos de Egipto


Encuentro inesperado en Alejandría con Ptolomeo XII Auletes, padre de Cleopatra.


Antes de seguir con la serie de Cuba, aviso que en el antiguo matadero de Legazpi hay una exposición interesante que está abierta hasta el día 28 de septiembre de 2.008: “Tesoros sumergidos de Egipto”.

La civilización egipcia tuvo una vida muy larga pero terminó sucumbiendo, como ha ocurrido y ocurrirá con todas. Los egipcios encontraron un modelo y lo mantuvieron sin apenas modificaciones durante el increíble plazo de 2000 años. Aplicando la vieja idea de “no cambiar lo que funciona”, pudieron conservar su modo de vida durante más tiempo que ninguna otra civilización que conozcamos.

Finalmente esa misma rigidez condujo a un declive por agotamiento del modelo, y en última instancia a la desaparición de la civilización. No aplicaron otra vieja idea, contrapuesta a la anterior, la de “renovarse o morir”, y acabaron pagando las consecuencias.

En esta fase de declive final, que comenzó hacia el año 700 antes de Cristo, el apolillado imperio egipcio se vio invadido y dominado consecutivamente por todas las potencias de la zona en la época. Primero los asirios, después los persas, luego los griegos de Alejandro Magno y finalmente los romanos.

Pero Egipto era un país muy poblado, bien organizado y jerarquizado, con una cultura ancestral muy arraigada en el interior y respetada en el exterior. Por este motivo los sucesivos invasores no destruían el país, sino que trataban de aprovechar sus riquezas (la producción de grano, fundamentalmente), colocándose ellos mismos a la cabeza del imperio en sustitución de los anteriores gobernantes, pero respetando la cultura egipcia y conservando, desde luego, su estructura productiva.

El respeto que se había ganado la civilización egipcia en la antigüedad era tan grande que eran los pueblos invasores quienes resultaban influidos culturalmente por el pueblo invadido, y no al revés.

La exposición se sitúa históricamente en el momento en que los griegos ocupan el poder en Egipto, y pasan a ser los nuevos faraones (entre los años 305 y 30 antes de Cristo). Se trata del periodo helenístico de Egipto, que se desarrolla bajo el gobierno de la Dinastía Ptolemaica, que comienza con Ptolomeo I Soter –un general de Alejandro Magno- y termina con la famosa Cleopatra –la misma que tuvo esos conocidos asuntillos con Julio César y Marco Antonio, y se terminó suicidando a manos de una víbora cuando Egipto pasó definitivamente a manos de Roma-.

Digamos de paso que fue en esta época y contexto cuando se esculpió, en una misma piedra, un mismo mensaje en los idiomas griego y egipcio -la famosa piedra Roseta-, circunstancia que permitió a la postre conocer, a través del griego, el idioma egipcio.

La agitada historia de Cleopatra se cuenta aquí. De pasada se explican los hechos que provocaron el incendio de la famosa biblioteca de Alejandría, posiblemente el desastre cultural más importante en el ámbito europeo.

Tres de las ciudades donde se desarrolló esta cultura helenístico-egipcia fueron Canopo, Heraclio y Alejandría, situadas en la costa del mediterráneo. Las dos primeras desaparecieron bajo el mar siglos después, como lo hizo también el puerto de Alejandría, donde se encontraba el palacio de Cleopatra según las crónicas.

Pues bien, los tres emplazamientos citados han sido objeto de excavaciones arqueológicas submarinas en los últimos años, que han permitido recuperar numerosos objetos de todo tipo que constituyen el objeto de esta exposición: estatuas, altares, vasijas, monedas, utensilios domésticos varios, estelas con inscripciones, etc…)

A mi juicio, la exposición no está muy conseguida museográficamente, pues los objetos más pequeños no se aprecian con la debida claridad –sea por la disposición demasiado baja de las vitrinas, o por la deficiente iluminación- Pero hay algunas piezas sobresalientes que se sobreponen a cualquier defecto de presentación: unas estatuas colosales (de 6 ó 7 metros de altura), unas estelas de tamaño semejante, y unas estatuas de tamaño más normal pero interesantísimas estilísticamente, pues reflejan con toda claridad la fusión que se produjo en ese período entre la cultura griega y la egipcia (por ejemplo, la escultura que aparece en el vínculo que he puesto hacia la página de la exposición, donde coincide la postura hierática propia de la estatuaria egipcia con un delicado tratamiento de la vestimenta típicamente griego. En esa época helenística, además, las esculturas griegas adoptaban posturas muy forzadas, casi inverosímiles, totalmente contrapuestas a la rigidez egipcia, lo que subraya este sometimiento de los griegos a la cultura del pueblo invadido –sometimiento que no podía ser obligado, naturalmente, sino producto de una genuina admiración-).

Un buen motivo para ir a ver la exposición es, además, que este tipo de piezas que he descrito no las tenemos en el Museo Arqueológico de Madrid, donde hay cosas interesantes del Egipto clásico producto de las excavaciones realizadas a toda prisa mientras se construía la presa de Asuán, pero nada (que yo recuerde) procedente de este periodo helenístico.

La entrada cuesta 13 Euros. Te hacen una rebajita de un euro (o algo así) si pagas con la tarjeta del Corte Inglés, que patrocina la Exposición. Como digo, hasta el día 28 de septiembre.
PD del 13/09/08: esta exposición ha sido prorrogada hasta el día 15/11/08

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