Ya estamos de vuelta en casa, sanos y salvos. En los próximos días iré colgando aquí algunas fotos tomadas durante estas vacaciones, primero las de Cuba y luego las de Alemania.
El accidente aéreo de esta semana en Barajas me ha hecho recordar algo que nos ocurrió hace unos años. Embarcábamos en un avión de Spanair en el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria, con destino a Madrid. Según rodaba el avión hacia la pista de despegue, se empezó a notar en la cabina un fuerte olor a aceite y gasolina. Cuando estaba el avión preparado ya para despegar, el piloto anunció que volvíamos a la terminal porque había detectado un problema técnico. Allí nos hicieron bajar, y al cabo de un par de horas embarcamos en un avión distinto. Una situación curiosamente parecida a la que vivieron hace unos días los pasajeros del avión estrellado, aunque con un final por suerte distinto.
Este accidente está siendo objeto de una cobertura informativa constante por todos los periódicos, radios y televisiones, que nos relatan una y otra vez las tragedias personales ocultas dentro del suceso. El gobierno ha interrumpido sus vacaciones, los reyes visitan los hospitales, se colocan las banderas a media asta, se realizan minutos de silencio por todas partes, se organiza un funeral de Estado…
Sin embargo, cada tres semanas mueren en la carretera el mismo número de personas que han fallecido en este accidente (y en ese mismo plazo muchas más lo harán por enfermedad en los hospitales o en sus casas), provocando con su muerte idénticas tragedias personales entre sus allegados; y ello ocurre sin cobertura informativa, sin interrupción de vacaciones oficiales, sin visita de los reyes, sin banderas a media asta, sin minuto de silencio y sin funeral de Estado.
Lo trascendente es que una persona, o varias, pierdan la vida; que lo hagan o no en compañía de otras es algo que tiene poca importancia en si mismo. Pero el acontecimiento se convierte en noticia justamente por ese dato relativo al número de personas muertas simultáneamente, dato que sí es significativo estadísticamente -el último hecho parecido en España, si no contamos los atentados del año 2004, tuvo lugar hace 25 años-.
Una vez ha sido transformado el hecho en noticia –por el motivo que sea-, pasamos a ser todos partícipes de las concretas tragedias acaecidas en ese accidente en particular al tiempo que seguimos ignorando las demás muertes que se habrán producido ese mismo día, exactamente igual de trágicas que las causadas por el accidente objeto de atención informativa. De este modo nos sentimos profundamente afectados por unas muertes, y no sentimos absolutamente nada por otras.
Lo cual nos lleva a una conclusión preocupante, que no por sabida debemos dejar de recordar: los hechos que conocemos constituyen el antecedente necesario de nuestras opiniones, y éstas son a su vez el antecedente de nuestras actuaciones...por tanto, quien controle la información que se nos ofrece, está en posición de controlar nuestras opiniones y, al final, lo que hacemos.
V
Hace 5 años
3 comentarios:
¡Bienvenido de vuelta a la blogósfera Víctor! yo me enteré a través del Internet de la tragedia ocurrida en España estando de viaje también, lo cual me origino un fuerte malestar pues unos días después tenía forzosamente que tomar un avión para regresar a casa.
Sinceramente, el poner por un momento a mi familia en el lugar de los deudos españoles me angustió un poco. No ha de ser cosa fácil que la vida de muchas personas cambie así de repente y de tal manera, pero esperemos que se tomen las medidas necesarias para que ese tipo de acontecimientos nunca vuelvan a pasar.
Te diré que lo relaciono un poco con México, así sucede siempre, hasta que no sucede la tragedia, no ponen cartas en el asunto. Eso es lamentable.
Afortunadamente tu estás bien y esperaremos gustosos las fotos de tu viaje. Yo también ya empecé a poner unas del mío aunque, a decir verdad, es un trabajo extenuenate pero lo hago con gusto, así que también invito a tus lectores para que se den una vuelta por mi blog.
¡Saludos!
Víctor, estoy deseando leer tus comentarios sobre Cuba y Alemania, seguro que serán jugosos.
Sobre lo de Spanair: creo que lo peor de todo esto es la exaltación de dramatismo que ya se ha hecho norma en estas noticias; no creo que, en el fondo, tenga que ver con el respeto a los muertos ni a sus familias ni nada de eso.
Queda por ver si el actual estado de la aviación comercial tiene la responsabilidad de esto o no; a mí siempre me viene a la cabeza "La caudrilla", de Ken Loach, que retrata sin dramatismos cómo afecta a trabajadores y no trabajadores el sistema de abaratamienbto salvaje de costes que ahora impera en todas partes.
Abrazos desde Granada
Bien regresados, Victor!
Sobretodo me ha gustado tu última frase que me ha recordado otra que leí, de no se quién... siempre me pasa lo mismo.
" solo se ama lo que se conoce, y solo se protege lo que se ama!"
Besos
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