La gente me para continuamente por la calle para preguntarme cosas: que qué hora es, que dónde está la calle Tal, que por dónde se va a la avenida Pascual, que si voy bien para el cine Tomacastaña, etc… Me tienen frito.
Ignoro el motivo de este acoso. No sé si es un problema de la gente (que sale de su casa sin la información necesaria para llegar a su destino inmediato, con la secreta intención de sonsacársela al primer viandante desprevenido que se cruce en su camino), o un problema mío, que doy pie a tanta preguntita. Sospecho que ocurre esto segundo: que debo tener aspecto de enteradillo por culpa de las gafas. Seguro que es eso.
Entre mi séquito de preguntones –en un número estadísticamente desproporcionado- se encuentran muchos turistas extranjeros. Debo llevar escrito en la frente que chapurreo el inglés. ¿O será también cosa de las gafas?
Hace un par de días pasaba por la estación de metro de Chamartín. Me abordó un hombre de unos cincuenta años, que arrastraba una enorme maleta azul y olía un poco a tigre. Según se me acercaba imaginé que era un francés despistado, recién llegado en el tren de París.
Preguntón (hablando un mal español, con un acento portugués que me sorprendió): Por favor, ¿me puede decir cómo llegar al aeropuerto en metro?
Víctor: Coja usted la línea 10 hasta la estación de Nuevos Ministerios. Allí cambie a la línea 8, que le lleva directo al aeropuerto.
P: Muy amable, obrigado.
V: De nada.
Pero la despedida no fue todo lo definitiva que me hubiera gustado; al poco rato se me acerca el mismo hombre de nuevo.
P (mostrándome el plano del metro, que conozco de memoria): Mire, hay dos paradas de metro en el aeropuerto, ¿en cuál debo bajarme?
V: Depende de la terminal desde la que salga su avión. ¿Sabe usted cuál es?
P: No.
V: ¿Usted dónde va? (esta pregunta no era la correcta; lo hubiera sido hace unos años, cuando existía una terminal internacional y dos nacionales… pero una vez lanzada al aire, sólo me quedaba esperar la respuesta).
P: A Brasil.
V: ¿Con qué compañía? (esta segunda pregunta era la correcta, pues hoy en día cada compañía embarca a sus pasajeros en una de las cuatro terminales; pero la pregunta, además de correcta, era muy aventurada, porque lo único que tengo claro es que Iberia sale de la T-4… confiaba, pues, que me contestara “Con Iberia”
P: Con la TAP.
V: Emmmmm…ejem… verá usted, cada compañía sale de una terminal distinta. No sé de dónde sale la TAP. Tendrá que preguntar en el aeropuerto.
P: Bien, obrigado.
V: De nada. Buen viaje.
Según se alejaba de mi, pensé: esto ya es lo que me faltaba.. que un tipo me pida indicaciones para llegar... ¡a Brasil!
La conversación me creó una serie de preocupaciones posteriores que me distrajeron temporalmente de mi libro. ¿No sería la TAP socia de Iberia? ¡¡En ese caso saldría probablemente de la T-4!! Pero… ¿será posible que la TAP, una compañía aérea portuguesa, tenga un vuelo de Madrid a Brasil? ¿No me habrá dicho TAM, la compañía brasileña, y lo he entendido mal?
Preguntón, en cambio, no tiene preocupaciones. Gracias en gran parte a mis indicaciones, el hombre estará a estas horas paseando tan tranquilo por la playa de Itapua, chupando una cachazita, a veces bebiendo un agua de coco, con la mirada perdida en el encuentro de cielo y mar, bien despacito, sintiendo toda la tierra rodar.
Ignoro el motivo de este acoso. No sé si es un problema de la gente (que sale de su casa sin la información necesaria para llegar a su destino inmediato, con la secreta intención de sonsacársela al primer viandante desprevenido que se cruce en su camino), o un problema mío, que doy pie a tanta preguntita. Sospecho que ocurre esto segundo: que debo tener aspecto de enteradillo por culpa de las gafas. Seguro que es eso.
Entre mi séquito de preguntones –en un número estadísticamente desproporcionado- se encuentran muchos turistas extranjeros. Debo llevar escrito en la frente que chapurreo el inglés. ¿O será también cosa de las gafas?
Hace un par de días pasaba por la estación de metro de Chamartín. Me abordó un hombre de unos cincuenta años, que arrastraba una enorme maleta azul y olía un poco a tigre. Según se me acercaba imaginé que era un francés despistado, recién llegado en el tren de París.
Preguntón (hablando un mal español, con un acento portugués que me sorprendió): Por favor, ¿me puede decir cómo llegar al aeropuerto en metro?
Víctor: Coja usted la línea 10 hasta la estación de Nuevos Ministerios. Allí cambie a la línea 8, que le lleva directo al aeropuerto.
P: Muy amable, obrigado.
V: De nada.
Pero la despedida no fue todo lo definitiva que me hubiera gustado; al poco rato se me acerca el mismo hombre de nuevo.
P (mostrándome el plano del metro, que conozco de memoria): Mire, hay dos paradas de metro en el aeropuerto, ¿en cuál debo bajarme?
V: Depende de la terminal desde la que salga su avión. ¿Sabe usted cuál es?
P: No.
V: ¿Usted dónde va? (esta pregunta no era la correcta; lo hubiera sido hace unos años, cuando existía una terminal internacional y dos nacionales… pero una vez lanzada al aire, sólo me quedaba esperar la respuesta).
P: A Brasil.
V: ¿Con qué compañía? (esta segunda pregunta era la correcta, pues hoy en día cada compañía embarca a sus pasajeros en una de las cuatro terminales; pero la pregunta, además de correcta, era muy aventurada, porque lo único que tengo claro es que Iberia sale de la T-4… confiaba, pues, que me contestara “Con Iberia”
P: Con la TAP.
V: Emmmmm…ejem… verá usted, cada compañía sale de una terminal distinta. No sé de dónde sale la TAP. Tendrá que preguntar en el aeropuerto.
P: Bien, obrigado.
V: De nada. Buen viaje.
Según se alejaba de mi, pensé: esto ya es lo que me faltaba.. que un tipo me pida indicaciones para llegar... ¡a Brasil!
La conversación me creó una serie de preocupaciones posteriores que me distrajeron temporalmente de mi libro. ¿No sería la TAP socia de Iberia? ¡¡En ese caso saldría probablemente de la T-4!! Pero… ¿será posible que la TAP, una compañía aérea portuguesa, tenga un vuelo de Madrid a Brasil? ¿No me habrá dicho TAM, la compañía brasileña, y lo he entendido mal?
Preguntón, en cambio, no tiene preocupaciones. Gracias en gran parte a mis indicaciones, el hombre estará a estas horas paseando tan tranquilo por la playa de Itapua, chupando una cachazita, a veces bebiendo un agua de coco, con la mirada perdida en el encuentro de cielo y mar, bien despacito, sintiendo toda la tierra rodar.
12 comentarios:
Víctor, tienes un estilo muy desenfadado y elegante a la hora de escribir entradas. Me morí de la risa con la tortura de los turistas y tu rol como centro de información internacional ajajaj....Por cierto, ¿ sabes cómo llegar a ...?¡ Es broma, es broma ! jajaj...Un saludo che y que te vaya bonito.
Víctor, a mí me pasan cosas similares y también con turistas y generalmente con temas del metro (subte, para nosotros). Ayer me preguntaron algo en el momento que llegaba el subte que yo tenía que tomar y, más tarde, me di cuenta que en el apuro no les había dado la mejor opción pero, por suerte, llegarían a donde querían llegar.
Saludos desde Buenos Aires.
¡Jajajajaja! lo que pasa es que se te nota a leguas que eres un conocedor del mundo y sus más insólitos recovecos, por eso se te acercan a preguntar.
Pues a mi me pasó algo parecido justo hoy en el metro que iba atascadísimo de gente. No sé por que si lo vi tan lleno me metí (debo aceptar que me baje cuatro estaciones después porque no aguanté). Lo raro es que a mi no me preguntaron, ¡simplemente tomaron la información y ya!
Me explico, me metí al metro y me quedé pegada a los vidrios de las puertas cuando se cerraron y no pude más que tratar de mantener el equilibrio y poner una mano sobre los vidrios para tener aunque fuera un punto de apoyo para no caerme, claro, ibamos tan aglomerados que no había mucho a donde caerse y pensé que era más pasadero escuchando mientras mi música en los audífonos. En eso vi un señor que estaba enfrente mío que no olía a tigre sino a león, y mientras pensaba que debería ser requisito darse un baño antes de usar el metro, ¿¿saben que hizo ese señor?? dirigió su mano hacia mi mano, giró la carátula de mi reloj de pulsera hacia donde el estaba ¡¡¡¡y revisó la hora!!!!
Y yo me dije ¿¿¿QUUUEEEÉ??? este mundo se ha vuelto tan práctico que el convencionalismo de pedir la hora ya ha pasado a segundo término y él simplemente hace uso de este servicio cuando hay relojes ambulantes como yo jejeje y le dije "¿quiere la hora? son las 9:58" aunque con los audífonos no escuché mi voz y no me enteré si quería o no la hora. Total que no aguanté más la compresión ni el olor del caballero así que me tuve que bajar y esperé al siguiente convoy que venía más desahogado y continué mi camino.
No me queda duda entonces de que siempre habrá (o habremos) despistados que aunque viajemos a otro continente no sabrán ni en que día viven.
Por cierto jóven, ¿cómo le hago para llegar a San Francisco Sonayiquilpan?
Gracias Yamil... es que prefiero tomarme con humor las condenas bíblicas.
Roberto, es que tu también debes tener cara de "enteradillo", jeje
Me pasa lo mismo: casi siempre acabo encontrando una mejor opción cinco minutos después de que se haya marchado el Preguntón.
jajaja Myriam, ¡¡esa anécdota tuya es buenísima!! eso te pasa por viajar en metro, y no en una limusina alquilada como tu dignidad merece.. :-DD
¿A San Francisco Sonayiquilpán dice usted, jovenzuela? Pues mire, ese lugar no lo conozco absolutamente de nada, lo que sí le puedo indicar es el camino a San Francisco Soyaniquilpán. ¿Le vale?
Mire usted. Coja la línea 8 hasta la terminal 4 del aeropuerto. Compre un billete a México DF en el avión que sale a las 12:55. Llegará usted al aeropuerto de México a las 17:45 del mismo día. No vale la pena ir ya a San Francisco Deloquesea, irá usted mañana. Ahora coja usted un taxi y diríjase al hotel Room-mate Valentina, en calle Amberes 27. Se pega usted una ducha (que huele a leona por las 11:50 horas de vuelo), y descansa una hora. Seguidamente se dirige usted al restaurante Paxia, en avenida de la Paz 47. Cena allí. A continuación, se dirije usted al Artic Bar (Nuevo León 73) para tomarse una primera copa. Y luego, más entrada la noche, hará usted caso a la guía de ocio Chilango y terminará la noche en la cantina El Oasis (República de Cuba 2-G.. según parece es un local gay donde los camareros hacen striptease.. lo cual no tiene más que ventajas para usted, pues podrá alegrarse la vista sin temor a que nadie se le pretenda propasar. Conserve usted la sobriedad suficiente como para indicarle a un taxista la dirección del hotel.
Al día siguiente, vaya usted a la UNAM y pregunte por Myriam en recepción. No hace falta que le facilite sus apellido, a esta Myriam que yo le digo la conocen en todo el campus por haber atropellado con su bicicleta a 20 alumnos, 10 profesores, y a un orangután que se estaba escapando en ese momento de la facultad de zoología (mala suerte simio). Le dice a Myriam, de mi parte, que le indique a usted la mejor forma de llegar a ese pueblo cuyo nombre no pueden deletrear ni los mexicanos de pura cepa... está en dirección a Querétaro, eso sí puedo avanzarle, pero los detalles que se los dé Myriam.. ¡ojo, no se acerque a ella hasta que no vea que baja de su bicicleta!
Y por favor, la proxima vez, salga de su casa con el camino aprendido..
;-PPPPPPPPPPP
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!
(RESPIRAR, RESPIRAR)
(AGUA, AGUA)
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!
Ah pues que no era Sonayiquilpán???
Jajajaja!!!
Disculpe señor, son los vestigios europeos que hay en mis genes que no me permiten pronunciar bien esos nombres tan extraños jejeje.
Me encanto eso del Artic Bar jajaja!! nos salió fino y fresón el jovenazo jajaja :D
Bueno, pues creo que de Madrid para acá ya no me pierdo, el problema va a ser despues de lo de la UNAM, quien sabe si esa Myriam sea la mejor opción para dar direcciones.
¡JAJAJAJAJA! :D
Ahora si
:PPPPPPPPPPP * 500,000,000,000
Vinicius y Toquinho... ¡siempre grandes! Y pa' mí que algo enteraíllos también ;-P
O como poco listos. Mira la mesa que se monta Vinicius... este tipo sí que sabía de hedonismo, je.
¿"fino y fresón el jovenazo"?.. ¡primera vez en mi vida que me llaman así!
Sí Leve, en un concierto de Toquinho al que asistí hace siglos (bueno, ya está contado en este blog, que se va haciendo viejo), pusieron en el escenario una mesa con un vaso de whisky, en homenaje a Vinicius.
Tengo una teoría que explica por qué le gustaba aparecer sentado... a ver si esta teoría te vale más que la últimaaaaaaa.
Verás, creo que se sentaba para que no le confundieran con otra persona. Aquí tienes la prueba: observa el video siguiente de yutuf, entre 0:40 y 1:00, y luego me cuentas a quién te recuerda..
¿A Chiquito de la calzadaaaa?, je. Aunque también un poco a Arévalo, pero algo más alto.
Pues mire usté... si lees un poquito de la vida de Vinicius, sabrás que efectivamente el "hedonismo" era poco menos que una religión para él. Le encantaba beber, le encantaba fumar y, como le encantaban las mujeres, supongo que le encantaría ejem, ejem...
Y el disco resultante del encuentro del vídeo vive con nosssss. Es wonderful, wonderful, wondefuuuulll, como todo en lo que ande cualquiera de ellos.
jeje, muy bien, Ojo de Lince.. al mítico Chiquito me refería.. otro hedonista, seguro.
Supongo que te refieres al disco de La Fusa, pero mira que el video no puede ser de ese disco, porque La Fusa está en Buenos Aires, y en el video Vinicius habla -o intenta hablar- en italiano.
Jau, Ojo de Lince
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